La localidad de Alpandeire cuenta en su término municipal con dos despoblados de origen árabe: Audalázar, cuyo nombre procede de Wadi-al-jara, que significa “río de piedras”, y Pospítar.
Gaspar Mena, maestro jubilado y vecino de Alpandeire, comenzó su relato sobre estos despoblados recordando una antigua leyenda que ha pasado de generación en generación en el municipio. Esta leyenda cuenta que en una calurosa tarde de verano, a finales del siglo XVI, llegó al pueblo un personaje desconocido ataviado con ropas mitad moriscas mitad cristianas, que portaba una gaita y llamaba poderosamente la atención de los más pequeños. El hombre se mostraba interesado por conocer la ubicación exacta del poblado de Pospítar, y para ello preguntó a los panditos que se iba encontrando por las calles. Los vecinos, que haciendo alarde de su hospitalidad le dieron cobijo para dormir, le indicaron cómo llegar hasta el lugar. Tras pasar la noche en una cuadra del Barrio Bajo y antes de que amaneciera, el misterioso hombre cogió una azada y se dirigió a Pospítar. Una vez allí, contó treinta pasos desde la fuente y comenzó a cavar con decisión hasta que descubrió un recipiente lleno de monedas de oro y plata y numerosas sortijas. Por último, tras llenar su zurrón con el tesoro encontrado, dejó esparcidas varias monedas que después fueron halladas por los vecinos del pueblo.
Más allá de las leyendas, Mena explicó que Audalázar y Pospítar fueron asentamientos que quedaron despoblados tras perder su autonomía, coincidiendo este hecho con la expulsión de los moriscos a finales del siglo XVI, en torno al año 1570. Pospítar era la población más pequeña, con alrededor de 90 vecinos, mientras que en Audalázar habitaron 162 personas, contando este lugar con unas 50 edificaciones. Por su parte, Pandeire, antiguo Alpandeire, nunca llegó a despoblarse y en esas fechas tenía entre 160 y 165 habitantes.
Respecto a la economía de ambos poblados, Gaspar Mena indicó que los vecinos de Audalázar se dedicaban principalmente a la agricultura, centrándose en la cebada y el trigo, aunque también en la seda, motivo por el que este asentamiento fue conocido en la antigüedad. En este punto resulta significativo señalar que en el entorno de Audalázar aún se conservan algunas moreras. En cuanto a los habitantes de Pospítar, su sustento se basaba fundamentalmente en el ganado y las viñas, conservándose todavía un magnífico lagar que fue labrado en la propia piedra. Según contó el maestro, uno de los legados más importantes que dejaron los antiguos pobladores de Pospítar es su complejo sistema de regadío, del cual se conservan hoy algunos vestigios. Era uno de los sistemas más avanzados de la época, ya que incluía enormes acequias excavadas en la roca. Además, en su entorno se han descubierto cuevas donde se cree que también vivieron algunos hombres. En Pandeire, la mayor parte de sus habitantes se dedicaban al ganado.
Por último, Gaspar Mena puntualizó que Audalázar se encuentra al lado del arroyo del mismo nombre, junto al “Camino de los Casarones”, senda que une Alpandeire con la vecina localidad de Atajate. En cuanto al despoblado de Pospítar, este se ubica en el extremo sur del término municipal de Alpandeire.