Parker, que ayer visitó Madrid junto al protagonista de su película, el actor británico Ben Barnes, ha cambiado algunas cosas del original, la más llamativa, precisamente la elección de Barnes para el papel de Dorian, un moreno de profundos ojos negros para encarnar al eterno rubio de ojos azules del original.
“Creo que el diablo está aquí a todas horas y nosotros le alquilamos el alma a ratos”, bromea el director en una entrevista con Efe, aunque Barnes se muestra dispuesto a vender la suya a cambio de un papel en una película de Pedro Almodóvar.
El retrato de Dorian Gray, que protagonizan junto a Barnes los también británicos Ben Chaplin, como el pintor Basil Hallward, y Colin Firth, en el papel de Henry Wotton, es una adaptación un poco “extrema” del libro, explica Parker, mucho más libre, menos teatral y más cinematográfica.
Así, ha inventado una hija al enigmático Henry: “Queríamos buscarle una debilidad, ver su lado frágil y vulnerable. Al aparecer Emily (Rebecca Hall), mostramos a un Henry parecido a Frankenstein, donde el doctor crea un monstruo que luego le destruye”.
La película, ambientada en el Londres de finales del siglo XIX, recrea el canto al hedonismo creado por Wilde e investiga hasta dónde es capaz de llegar el hombre por conservar la juventud: Dorian expresa su deseo de no envejecer ante su retrato y éste comienza a reflejar tanto su decadencia física, como moral, mientras él permanece joven y bello.
“Cuando se escribió la novela fue un modelo magnífico de terror gótico donde todo estaba predestinado, los personajes no tenían escapatoria, pero a mi me interesó darle un tono más de suspense”, indicó Parker.
El director londinense, que este año cumple los 50, ve “candente” la historia, porque “siempre hemos estado obsesionados con la pérdida de la belleza y atemorizados por la muerte: a todos nos gustaría apegarnos a algún momento de nuestras vidas”.
Parker, que también es actor, nunca hubiera elegido el papel de Dorian, pero sí habría sido Henry: “es fascinante, muy cercano al Yago de Otelo, porque –igual que le pasa a Henry– nunca pudo entender qué le movía a hacer lo que hacía”.
Sobre el reparto, dice que Firth “es un hombre de gran talento al que le gusta buscar el lado oscuro de los personajes”, pero con Ben “estaba preocupado de que pareciera una cara mona de un grupo de música o algo así”, pero le hizo unas pruebas muy duras y las pasó.
Barnes, que hizo el papel del príncipe Caspian de Las Crónicas de Narnia, comenta a Efe que la idea de mantenernos jóvenes está dentro del ser humano “desde siempre” y entiende que la juventud y la belleza de Dorian son símbolo de poder y de potencia.
“En la época victoriana la gente estaba más sensibilizada porque no vivían mucho tiempo, por eso era tan importante para ellos. Dorian se va de viaje por el mundo, para experimentar sensaciones sensuales y sexuales, y probar y tocarlo todo”, explica.
De todos los cambios respecto al original destaca la creación de la hija de Henry, porque “abre una posibilidad de salvación a Dorian: Emily es la pureza de la juventud y la posibilidad de amar”.
A sus 29 años –aunque aparenta menos–, declara que le encantaría tomar el relevo de la generación de enormes actores ingleses que ahora están en la cincuentena; desde el propio Firth, a Emma Thompson, Kenneth Brannagh, los hermanos Fiennes o Hugh Grant.
Asegura seguir el cine español, lo ve “potente y pujante”, y dice que vendería su alma por un papel en una película de Pedro Almodóvar, aunque también le gustaría –y añade “y a quién no”– trabajar con Penelope Cruz.