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Vinoteca

La máxima expresión de los vinos de Jerez

La Bodega Rey Fernando de Castilla inició en 2000 una nueva etapa en la que apostó por los vinos selectos, fieles a la tradición, y las ediciones limitadas

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  • Catas con Gusto en El Corte Inglés -

La historia de la bodega Rey Fernando de Castilla se remonta a finales de los años sesenta, cuando Fernando Andrada adquiere a Domecq en el barrio de Santiago un viejo casco de bodega en el que se envejecía el fino La Ina. Allí desarrolló una excelente solera de brandy, unos Pedro Ximénez de gran calidad y unos vinagres excepcionales. En el año 2000, el noruego Jan Pettersen, desde los años 80 en el grupo Osborne, decidió emprender su propia trayectoria bodeguera y adquirió a Andrada la sociedad. Un año después compraría asimismo la bodega José Bustamante, ubicada en la misma calle, y donde se criaban vinos de calidad y un gran vermut. Desde la unión de aquellas dos bodegas, Pettersen propició la apertura de una nueva senda para Fernando de Castilla que basó su filosofía en hacer vinos de la “máxima calidad”, vinos “selectos, especiales, con ediciones limitadas”, vinos “fieles a la tradición”, caso de sus finos, “diferentes, con una crianza más larga de los habitual”. En definitiva, propició un cambio en la forma de vender los finos, pero también todos los demás, anticipándose desde esa visión a la corriente que hoy late en buena parte de las grandes bodegas del Marco y que también han inspirado el prestigio de otras pequeñas bodegas del sector, caso de Tradición o Maestro Sierra.

Bodegas Fernando de Castilla, a la que en un principio se conocía más por sus brandis que por sus vinos, posee en la actualidad dos gamas de vinos, la Classic y la Antique. Estos últimos, pertenecientes a la gama superior, fueron los protagonistas de la nueva edición de Catas con gusto, organizada por Publicaciones del Sur, con la participación de El Corte Inglés, y desde las que cada mes se contribuye a la promoción de los vinos que se producen en la provincia de Cádiz.

La gama Antique aspira a ofrecer una serie de vinos que son la “máxima expresión de los vinos de Jerez -expone el propio Pettersen-; es decir, el mejor fino, el mejor amontillado, el mejor oloroso, el mejor palo cortado y el mejor Pedro Ximénez. De hecho, tienen todos los galardones posibles”.
Son vinos que se embotellan “tal como salen de las botas, son puros, de soleras individuales”. En el caso del fino, por ejemplo, además del de la gama Antique, con una crianza de 9 años, cuentan con el fino Classic, de cuatro años y medio, y un fino en rama con seis años de crianza.

“Cuando empecé hace 35 años era difícil vender vino de calidad y a precios altos”, explica Pettersen. “Pero hoy los consumidores de vinos más exigentes del mundo nos prestan atención otra vez. De hecho, ha caído el volumen global de venta de vinos de Jerez, pero han subido los ingresos por ventas, y es gracias a que la presencia de estos vinos de calidad es más notable, y gracias también a la labor de pequeñas bodegas como la nuestra”.

Pero además de los vinos, Fernando de Castilla es también muy preciada por sus brandis, como quedó de manifiesto en la cata, en la que por primera vez se incluía una de sus grandes joyas, el Brandy Único, de más de 40 años, del que sólo se realiza una producción de 500 botellas al año procedentes de 15 botas que fueron seleccionadas en su momento por el fundador de la bodega. Un valor añadido, pues, a una cata que volvió a fascinar al público invitado.

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