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Martes 23/04/2024  

Una feminista en la cocina

Se puso a rezar

No estoy muy segura de nada, pero si lo estuviera no se lo iba a imprimir a ustedes en la piel, ni les iba a dar la tabarra con adoctrinamientos varios

Publicado: 01/02/2023 ·
11:33
· Actualizado: 01/02/2023 · 15:18
Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.

No matan más que las ganas. La furia, la ira descontrolada o la desesperación. También la mala leche, si me apuran. No mata la fe, ni la patria, sino los lavados mentales, las declaraciones incendiarias y el sectarismo. No habría que hacer leña del árbol caído y sin embargo es año de elecciones. Habrá más, seguramente mucho más de todo. Mi vecino ha decidido usar el taladro a pleno pulmón, justo el día que tengo un catarro de grado seis en la escala mocos, adobado con una migraña tamaño plaza de toros. No por eso le mato, sino que lo miro con desgana carcelaria de “vete a otro lado, mamón, que me espantas las ganas de vivir”. No es un ocupa. Aún no. Como Feijoo que aún no es elegible, sino exportable al grado máximo de la Presidencia. Creo que ha dicho que los católicos no matan por su dios, olvidándose de las cruzadas, de la Inquisición, de los nazis cuando postulaban el designio divino y que los judíos habían crucificado a su dios, como excusa perfecta para poder matarlos indiscriminadamente. Luego se vio que no, que mataban por todo hasta por pensar aleatoriamente, siendo un buen alemán, católico y pagador de impuestos. La muerte está a la vuelta de la esquina, pero dios no.

Él se recoge en templos, iglesias, mezquitas y sinagogas para deleite de fieles que se acogen a su beneplácito. El que mato al sacristán no, ese solo se acoge ya a la presunción de inocencia y al psiquiatra forense que le desgrane qué clase de aire del Estrecho se le metió entre sien y sien. Algeciras es además de estoicamente hermosa, peligrosamente inocente. La vista desde la azoteílla del parquin que aletea cerca de los Juzgados no puede ser más élfica. Pero no se engañen las vísceras de la ciudad son pura dinamita. Las aguas están revueltas, como en los días de lluvias barrizales en que las cloacas parecen tener vida propia. Es año de elecciones, de elegir y hacerlo bien, sin dejarse nublar el juicio por partidismos, falsos profetas, ni embajadores de lo absurdo. Hay que meditar no un día antes, con alteraciones metabólicas como mi vecino que relaciona ocupación, religión musulmana y delincuencia con este asesinato.

No como él que no tiene casa propia, ni trabaja, ni hace otra cosa que criticar a todo el que no piensa igual, que no sé si estarán conmigo pero creo que no se puede ser más fanático que creer que todos deben tener ese mismo pensamiento único. La versatilidad es amalgama de grandes cosas, inventos, avances y aventuras. ¿Qué sería del ser humano sin los deseos de ir hacia donde nadie fue, pensar alternativamente o hacer lo que nos dé la gana sin pasar pesados filtros morales?  No estoy muy segura de nada, pero si lo estuviera no se lo iba a imprimir a ustedes en la piel, ni les iba a dar la tabarra con adoctrinamientos varios. Sin embargo, quizás, luego de auto convencerme de la verdad, la más verdadera, me pondría un uniforme gris e iría mancillando casas y quemando libros. Puede ser. Quizás lo mejor del ser humano esté en la empatía, o en el pensamiento de que todo puede ser de forma muy distinta a la que nosotros creemos. Por eso, aguantaremos este año de locura, despropósitos y traiciones encontradas. Aguantaré yo los desórdenes mentales de mi vecino a primera hora de la mañana, cuando tiene todo el día para hacerlo, porque no se puede coger una escopeta, invocar el nombre de algún dios revenido en la memoria y empezar a matar. Tampoco decir que ha sido por mi religión, por mis circunstancias sociales y encapsularme en una tipología sin estudiarme o saber nada de mí. Esos son prejuicios y están muy feos.

Denotan falta de respeto y educación. Otras cosas son las pruebas, la investigación y que la verdad sobresalga limpia y desnuda como es su cometido. Pero ya les digo que este año iremos con máscaras de carnaval todo el rato, porque el poder gusta mucho a quien quiere darse la vida padre o satisfacer un ego que quedará en cenizas olvidadas solo pasen los años. Nada es para siempre, ni siquiera la idiotez. Afortunadamente.

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