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Jueves 25/04/2024  

Una feminista en la cocina

Espíritu navideño

Si persistes y te viene orgasmo literario, no temas que en vez de un idiota te llamará un ejército prusiano al completo con dictador al frente

Publicado: 22/12/2022 ·
09:19
· Actualizado: 22/12/2022 · 09:25
Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Mercado de la Encarnación.


Una música angelical machaca el cerebro con su monotonía, solo es cruzar el pasillo de los refrigerados del Súper. Todo está más caro por día. Será porque "Es Navidad" como reza en un cartel hortera en rojo y blanco en todo lo alto del falso techo. Maríah Carey va a vivir como una reina gracias a la bobería de las fechas. Eso si no le ataca el Destino con su guadaña nueva. Es lo que tiene la vida humana, que es aleatoria, torticera y limitada. Y aun así, perduramos como la mala yerba, como esos pareados sin forma (ni color) que algunos ascetas de tinta floja llaman versos. No hay quien acabe con nosotros… ni ancestros, ni muertos en vela, ni aliens.

Hemos sido creados para perdurar aún a nuestra costa, lema de geriátricos de sillones plastificados que viven de huéspedes que no se quejan. La vida es maltrecha alegoría de nosotros mismos, pero la Navidad es la mayor de las comedias metida en drama como que una conocida te apuñale por la espalda y encima quiera que sigas saludándola. Si la musa de las letras se hace la estrecha contigo, ponte a escribir que un idiota te llamará para cortarte el punto. Si persistes y te viene orgasmo literario, no temas que en vez de un idiota te llamará un ejército prusiano al completo con dictador al frente. Eso es la Navidad justamente, tontos de gorro rojo poniéndose ciegos en mitad de un descampado con la excusa de tener 16. Precios al alza. Muy al alza. Cenas opíparas a cargo de la tarjeta de crédito. Niños berreando porque los padres están de fiesta. Abuelos chochos dando la tabarra y el cuñado fiel a sus peroratas legitimistas de todos los años.  Sí se salva alguien son ellos, los que transcurren los días, unos por otros, tan cotidianos y elementales que no saben si es martes o jueves santo. Para ellos la Navidad es frío de cartón mojado con gente atareada por llegar a su casa.

Nos ven pero no nos sienten porque nos cambiamos de acera para escondernos de la tristeza de su mirada. No olvidemos que la Soledad ajena nos corroe la autoestima propia. Menos mal que solo es una vez al año, si no seguramente desapareceríamos chocando nuestras cabezas como si fuéramos ciervos en la berrea.  

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