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Sindéresis

Un gran país

No es que la gente no quiera ser solidaria, es que les meten el miedo en el cuerpo y les mienten y les dicen que un menor no tutelado cobra 4000 euros al mes

Publicado: 21/02/2022 ·
20:45
· Actualizado: 21/02/2022 · 20:45
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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España es un gran país. Lo sé porque no hay compatriota ni partido que no condene que en Qatar quisiesen castigar a siete años de prisión y cien latigazos a una mujer que había sido violada y que no quería casarse con su violador. Distinto es que haya gente que no entienda que el modo en que tratan a las mujeres sea homólogo a ese, aunque con restricciones legales. No lo pueden decir en voz alta, pero la mayoría de los asesinatos machistas tienen la base, estudiada hasta la saciedad, de que un hombre vive en la creencia de que una mujer es posesión suya. Por eso necesitamos educación al respecto, juzgados especializados y medidas también especiales.

España es un gran país, aunque una democracia joven a la que se le nota el acné en algunos desmanes. Tenemos que aprender de otras democracias, que no quiere decir que imitemos todas sus maneras. Por ejemplo, en USA los políticos se dirigen a los contribuyentes, como si el único estrato social que mereciese atención política fuese el de la gente con empleo estable, capaz de contribuir. USA tiene mucho que aprender de España; aquí resultaría impensable que alguien se arruinase a sí mismo y a toda su familia por recibir un tratamiento contra el cáncer. Pero podríamos llegar a eso.

España alberga, como cualquier nación, a un montón de indeseables que hacen de su podredumbre interna verbo, porque la gente mala, la gente asustada y la gente que no comprende bien lo que sucede, también vota. Sin embargo, la mayor parte de esa gente jamás dejaría tirada a una niña inconsciente en la calle, como hemos visto en otros países, y jamás aceptaría una ley que dijese que unas personas son superiores a otras y merecen distintos derechos y obligaciones. Al final del día, todo es una cuestión de pensamiento aplicado al método. Puedo entender a quien diga que un violador jamás debe salir de la cárcel, o que debería ser ejecutado, pero sería bueno que esa persona me entendiese cuando digo que, entonces, muchos violadores matarían a sus víctimas para no dejar testigos porque la pena por violación y asesinato sería la misma.

No es que la gente no quiera ser solidaria, es que les meten el miedo en el cuerpo y les mienten y les dicen que un menor no tutelado cobra 4000 euros al mes. ¿Por qué haría eso el Reino de España? Ni idea, pero hay gente que lo cree y eso les provoca rencor. El rencor es una emoción humana que experimentan también las personas que, en general, son bastante decentes. El 15M tuvo muchísima aceptación popular porque estábamos todos indignados, pero esa indignación se transformó en una iniciativa política y ese camino es mucho más lento que el tiempo que tiene una familia para resolver cuestiones de vida y muerte. La indignación seguía presente porque a una crisis le sucedió otra, y como los de arriba seguían estando demasiado lejos, muchas personas comenzaron a dirigir su rabia a los de al lado.

Y pagaron su frustración con quienes le prometieron cambiar el mundo y no lo consiguieron. En ello estamos. El mundo, sin embargo, presenta ciertas reticencias al cambio porque se basa en un principio muy sencillo: está formado por personas y no puedes cambiarlo sin cambiarlas antes. Personas que, en general, son buenas, pero tienden a mirar al espejo que mejor las trate. Yo, por ahora, solo os pediría un pequeño esfuerzo, que creáis una sola idea, que es la llave de muchas: política y corrupción no tienen por qué ser la misma cosa; no lo sigáis aceptando.

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