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Sevilla

Desde la Butaca: ‘Mujercitas’: Del rosa al violeta

Arrolladora vitalidad, su vibrante energía, su encanto, su valor, su firme determinación en el despojamiento de los clichés más melosos, sentimentaloides...

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Se han cumplido 150 desde la publicación de ‘Mujercitas’ y ‘Aquellas mujercitas respectivamente, que en Europa fueron editadas en un solo volumen. Su autora, la escritora estadounidense Louisa May Alcott (1832-1888), de padre y madre transcendentalistas, abolicionistas, pro reforma educacional y sufragistas, cuyas amistades eran filósofos, pedagogos e intelectuales como Hawthorne, Thoreau o Emerson,  que educaron a sus cuatro hijas en casa y cuyas ideas heredó Louisa.

Ambas novelas son semiautobiográficas y describen su vida con sus tres hermanas, Anna, Lizzie y Abba May, escribiéndolas por presión de su editor y edulcorándolas por las mismas razones. Louisa, una mujer fascinante y con una vida extraordinaria que merecería ser llevada a la pantalla, nunca se casó, tuvo muchos empleos, como maestra, costurera e institutriz, además de novelista, apoyando siempre económicamente a su familia y haciéndose cargo de ella, siendo políticamente muy activa y tocando en algunas de sus obras, bajo seudónimo, temas tan tabúes para su época como el adulterio y el incesto. Fuente: Wikipedia.

Adaptada siete veces al cine, dos en el mudo (Alexander Butler, 1917 y Harley Knoles, 1918) y cinco en el sonoro, dos miradas masculinas y tres femeninas, (George Cukor, 1933: Mervin Le Roy, 1949: Gillian Armstrong, 1994; Claire Niederpruem, 2018 y la que nos ocupa, fechada en 2019, de la directora, guionista y actriz Greta Gerwig, cosecha del 83, de la que es su segunda película tras su aclamado debut con ‘Lady Bird’ (2017).

Esta versión es una producción estadounidense de 135 minutos de metraje, cuyo guión adaptado también se debe a su firmante. Con unas factura y dirección artística impecables, su excelente fotografía se debe a Yorick Le Saux y su temperamental banda sonora al gran Alexandre Desplat. Del reparto se hablará luego, porque hay luces y sombras en él.

La realizadora ha declarado a  El País y El Periódico, en sendas entrevistas realizadas por Álex Vicente y Beatriz Martínez respectivamente, que “el libro ha quedado envuelto en una moralidad de postal navideña, pero cuando volví a leerlo me dí cuenta de lo espinoso, extraño y revolucionario que resultaba… que sus protagonistas son feministas porque son mujeres completas, no clichés, ni objetos… que el feminismo ya estaba en la novela… que su visión de la igualdad y el matrimonio son muy osados…

…También “que había hecho una película cubista porque, según me enseñaron, el cubismo consiste en observar algo desde distintos ángulos al mismo tiempo y eso es lo que sentí que estaba haciendo en ella”. Algo de eso hay- para bien y para mal, desde la opinión de quien esto firma que ha sentido hacia esta lectura fílmica de la obra -tan personal, subjetiva e intransferible de Gerwig- aplausos y reparos.

Así es. Esta firmante aplaude su arrolladora vitalidad, su vibrante energía, su encanto,  su valor, su firme determinación en el despojamiento de los clichés más melosos, sentimentaloides, conservadores, rosáceos y sexistas -tributo de su época- del texto, para convertirlo y convertir a sus personajes en intensamente violetas y feministas. Del rosa al violeta…

También su más que merecido homenaje a la escritora, que está muy presente en la piel de Jo. Y su singular enfoque narrativo , comenzando por el final, con alternancias espacio-temporales que te obligan a repensar la historia en términos de actos y consecuencias, junto a las composiciones de la magnífica y carismática Saoirse Ronan, hilo conductor y eje narrativo, y la siempre estupenda Laura Dern.

Pero… cree también que fuerza algunas cosas por mor de ese noble y digno objetivo, enfatizando algunas escenas en detrimento de otras igualmente necesarias. Cree también que huyendo del sentimentalismo como de la peste- esa puesta en escena en la que apenas si hay primeros o medios planos cuando hacen falta…- sacrifica también la legítima emoción.

Una emoción que se echa en falta especialmente en los momentos más dramáticos. Cree también que su Jo fagocita a sus hermanas, con excepción de Amy vista con una personalidad enérgica y creativa, hasta el punto que la tierna y solidaria Beth resulta arisca. Cree también que se le pudo sacar más partido a Emma Watson y que el talento de Timothée Chalamet está aquí en horas muy bajas, sobreactuado y sin química alguna con sus dos amores de ficción.

¡¡¡Pero, por supuesto que hay que verla!!!

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