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Miércoles 17/04/2024  

Desde la Bahía

Cultura, vida y homenaje

Otro isleño. Juan García Cubillana es un referente de importancia en el conocimiento de la Ciencia médica, de las Artes y de las Letras.

Publicado: 21/02/2021 ·
21:36
· Actualizado: 21/02/2021 · 21:39
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  • Juan García Cubillana.
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Múltiples pueblos y ciudades de nuestra geografía nacional tienen calles dedicadas al Dr. Marañón. Él fue el autor de un texto médico que tuvo su primera impresión en 1943 y que en la actualidad va por la décima quinta edición:  Manual de Diagnóstico Etiológico. Raro es el médico que no ha consultado este libro, formando parte de su biblioteca personal. A mis oídos llegó la anécdota. Cuenta que en un viaje D. Gregorio se sintió indispuesto y no llevando consigo medicación que paliara sus síntomas, decidió parar en el primer pueblo que encontrase en el camino y visitar al médico del lugar para que le prescribiese algún tratamiento. Cuando estuvo delante de él en la consulta, pudo comprobar que sobre la mesa había un ejemplar del Diagnóstico Etiológico cuyas páginas mostraban la huella del diario uso que de él se hacía. El sabio profesor comentó: “aunque solo fuera por la utilidad que ha tenido este libro, ha merecido la pena el esfuerzo realizado para su publicación”.

Cada pueblo tiene su idiosincrasia o distintos rasgos de comportamientos que los diferencia entre sí y dentro del mismo a unos grupos sociales de otros. Es el germen de lo que en principio se llamó terreno cultivado (cultura) y que el siglo XVIII se encargó de pasarlo a ser expresión de conocimiento ilustrado y en el XIX se extendió a los buenos modales y costumbres. Eran cultos aquellos individuos que habían cultivado su espíritu y la cultura alcanzó dos dimensiones, una elevada y alta y otra más popular o baja.

Alcanzamos en España el siglo XXI. Se difunde la idea de que todos los aspectos de nuestra vida anterior estaban oprimidos, encorsetados o bajo propiedad de una élite privilegiada. Los conceptos buscan espacio, quieren ampliarse, huir de toda limitación y mucho menos ser clasificados. Primero y último, ley y orden se desvanecen. Nuestra democracia es un iceberg que quiere mostrar su parte sumergida y la cultura adopta un nuevo significado englobando todos los aspectos espirituales, racionales y sociales de los individuos de cualquier lugar. En las nuevas formas la pirámide se sustituye por la planicie. La altura se retrotrae al suelo. La igualdad es el signo matemático de la época.       

La muerte, que hasta ahora es el único hecho que nos iguala, tiene para el ser humano dos cualidades muy beneficiosas e incluso sublimes. Una, nos transforma inmediatamente en personas bondadosas, buenas, alegres, responsables y sabias. Otra, como ya no formamos parte de la vida y por lo tanto no incordiamos, se comienzan a dar honores, dadivas y reconocimientos que cuando se existía nadie les abría la puerta para que pudieran lucir su brillo fuera del oxido, que la envidia y la mediocridad imponen.

Un isleño. J. Rivero Torrejón, va a tener según se publica busto y calle en esta ciudad. Totalmente merecido. Fue un referente de importancia en el Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz y en el de San Fernando, encarnando al primer Dios Melkart.  Pero no lo van a ver sus ojos. Y no quiero escuchar de algunas bocas aquello de “nos estará viendo desde el cielo” porque hay mucho presumimiento de ateísmo y la discordancia es nauseosa.

Otro isleño. Juan García Cubillana es un referente de importancia en el conocimiento de la Ciencia médica, de las Artes y de las Letras. Respetado y querido por los de su misma profesión, algo dífícil de conseguir. Isleño de los que han dado todo por nuestra “salada ínsula”. Marino y Pediatra excepcional. Vasto y extenso currículum. Hace dos años, cumplió noventa. Cuánto hubiera deseado haberle entonces rendido homenaje poniendo su nombre en el rótulo de su calle natal, San Miguel. Fui a pedirlo al municipio. No iba respaldado por ninguna asociación o grupo, pero ahora es cuando hay que volver a Marañón y recordar que a veces uno solo - se me han unido dos grandes escritores y amigos, Duarte y Montiel - es capaz de mantener un fuego si la madera que utiliza, lleva en su esencia cariño, amistad y respeto. Juan vive, está entre nosotros. Tenemos sin más dilación, la responsabilidad de honrarle ofrendándole la dádiva - merecidísima - expuesta. Hay que hacerlo ahora que puede disfrutar de ello. Si esperamos realizarlo cuando sus ojos estén cerrados yo sería el primer opositor a que tal acto se celebrase porque se asemejaría a un sainete o farsa escrito por un mal dramaturgo e interpretado por actores que dejaron su alma fuera de escena.   

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