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La guerra moderna, cuando apenas queda sitio para los héroes

La información es el mayor valor en una operación militar -y en cualquier ámbito- y eso es lo que proporciona la XI Escuadrilla de Aeronaves de la Armada.

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  • La XI Escuadrilla de Aeronaves ha saldado con éxito sus misiones en la Operación Atalanta y está desplegada desde octubre en Irak
  • Se trata de aeronaves de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR)

Desde las atalayas a los globos aerostáticos para escudriñar los movimientos del enemigo. En la guerra, como en la vida, es fundamental saber qué hay en frente y contra qué hay que enfrentarse.

Sin llegar a los límites que han traspasado la barrera de la ciencia ficción y son una realidad hoy en día -atacar Irak desde una base de Estados Unidos con un avión no tripulado y una consola (muy sofisticado todo, eso sí)- todo se mueve hoy en día a través de un único concepto: no hay arma más poderosa que la información.

No sólo es aplicable a la guerra o a la defensa en general, que es el caso que ocupa este artículo, sino que a muchas otras facetas de la vida civil porque se trata de esos aparatos que han llegado para quedarse y que están avanzando exponencialmente hacia el objetivo del ojo que todo lo ve.

Por eso en esta semana pasada había representantes de la Guadia Civil y de la Junta de Andalucía, además de los de otros organismos civiles, en una base militar, en los cuarteles de la Agrupación de Tiro Naval de Torregorda. Porque la vigilancia de las costas, de los bosques, de todo aquello que es necesario vigilar, sobrepasa ámbitos y multuplica posibilidades.

Lo que había en Torregorda era, oficialmente, una reunión a escala mundial de países y organismos que usan en la actualidad el sistema ScanEagle, aeronaves no tripuladas construidas por la empresa Insitu, subsidiaria de la matriz norteamericana Boeing.

Y estaban en Torregorda porque se trataba de mostrar a sus clientes las bondades de un sistema precisamente en la unidad que mejores resultados ha obtenido, hasta el punto de ponerla como ejemplo de buen hacer.

Los representantes de más de veinte países pudieron comprobar cómo los especialistas de la XI Escuadrilla de Aeronaves de la Armada lanzaban un ScanEagle hacia el mar con una ruta que pasaba por el campo de maniobras del Retín y vuelta al Centro de Ensayos de Torregorda donde el dron sería recuperado.

En total algo más de dos horas y media de ejercicio desde los preparativos hasta la vuelta a la base. Cuarenta minutos antes de que se abriera el pasillo para llegar al Retín; cuarenta sobrevolando la zona y recogiendo datos y otros para la vuelta y aterrizaje.

No es que tardara ese tiempo en tan poco espacio, sobre todo una máquina voladora capaz de avanzar por el aire a 150 kilómetros por hora, aunque en el ejercicio lo hacía a 90 kilómetros por hora y su vuelo normal para optimizar el combustible sea de unos 110 kilómetros por hora.

El tiempo de la operación obedece a la necesidad de ajustarse a la disponibilidad del espacio aéreo que controla el Ministerio de Defensa, para lo que se habilitó un pasillo restringiendo el tráfico aéreo del Estrecho y el Retín.

El futuro por delante

Eso es lo que se vio o al menos lo que dejaron ver a los medios de comunicación, que no era todo pero sí suficiente para poder hablar con conocimiento de los verdaderos protagonistas de esta historia, que por algo sirvieron de ejemplo de buen hacer.

Eso y dejar claro que se trataba de una operación empresarial en la que la Armada Española, como cliente del ScanEagle, prestaba sus instalaciones y apoyaba el ejercicio con el patrullero Vigía que controlaba la trayectoria del dron desde el mar.

El capitán de corbeta Santiago Yáñez se mostró agradecido porque la empresa  estadounidense eligiera la XI Escuadrilla de Aeronaves para mostrar al mundo las bondades del ScanEagle pero es que los números cantan por sí solos. Y como decían en la base, “si nos han escogido a nosotros será por algo”.

Casi mil horas de vuelo entre las misiones en mar y en tierra en los pocos más de tres años de vida de la unidad y ningún incidente reseñable -como por ejemplo, la pérdida de un dron, que otros sí han perdido- es señal inequívoca de que le han cogido el truco al pájaro y a ese dato se une el resultado de las misiones en las que se han desplegado los drones.

Los primeros drones de la XI Escuadrilla comenzaron participando en la Operación Atalanta contra la piratería en el mar con resultados destacables y desde el mes de octubre del año pasado están desplegados en Irak en una misión de lucha contra los yihadistas.

Alguno que otro de los que estaban en esa reunión de usuarios del Scan Eagle precisamente partirá para Irak en poco tiempo, a donde se han desplazados dos buques de la Armada Española, incluido el LHD Juan Carlos I.

Sistemas de serie

Pero la historia corta y fructífera de la XI Escuadrilla hay que mirarla con perspectiva, más hacia el horizonte que hacia el pasado, porque al fin y al cabo fue creada en 2014 y desplegó su primera misión en abril de 2015, precisamente en la lucha contra la piratería.

La posibilidad en la guerra actual de realizar con una aeronave no tripulada las misiones que tenían que hacer los helicópteros es un adelanto impagable porque los riesgos de vidas humanas no existen.

Hay que tener en cuenta que los drones de la Escuadrilla  son unidades ISR, esto es y una por cada letra, realizan labores de inteligencia, de vigilancia y de reconocimiento. No atacan a nadie pero lo que permiten ver a los operadores y al mando será el mejor salvavidas posible.

Los resultados conseguidos hasta ahora no son más que el principio de un futuro prometedor, en este caso en misiones de guerra convencional o de la que hay ahora, esa en la que nadie sabe dónde está el enemigo.

Una vez que se han probado con éxito en el mar -son menos operativos por la imposibilidad de elevar las antenas- y en tierra, hará que el sistema forme parte de los nuevos buques que se fabriquen para la Armada. Los BAM y las fragatas F-110.

Y es que la guerra, se diga lo que se diga y permitan la frivolidad, ya no es lo que era. Apenas queda espacio para los héroes de las películas. Ahora son los especialistas los que tienen en sus datos las vidas de sus compañeros. En este caso con la información. En otros, con fuego real.

LA XI ESCUADRILLA DE AERONAVES

Todo comenzó en el mes de mayo de 2014 cuando se convocaron cuatro cursos de operador de UAV (DUO).

Los cuatro oficiales que se presentaron compondrían parte del núcleo inicial de la Escuadrilla de Aeronaves de la Armada. El 10 Julio de 2014 se promulga la Resolución Comunicada 02/2014, del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada para la creación y entrada en servicio de la 11ª Escuadrilla de aeronaves de la armada (sistemas aéreos pilotados de forma remota), como explican en la web del Ministerio de Defensa.

De septiembre a diciembre de 2014 se realizan los cursos de Operador de ScanEagle y Operaciones Marítimas en EEUU, en el estado de Washington, en las instalaciones de adiestramiento de la empresa Insitu.

El 7 de enero de 2015 se reciben en España los primeros cuatro aviones y el material necesario para realizar su instalación a bordo del buque de la Armada L-51 Galicia.

Tras la instalación a bordo se da paso a un periodo de evaluación Operativa y ensayos en los que participa la FLOTA, el Centro de Medidas Electromagnéticas (CEMEDEM) y el INTA para su futura certificación, así como la propia empresa Insitu. Tras el éxito de las pruebas la Escuadrilla despliega el 20 de abril de 2015 a su primera misión real, Operación Atalanta, en la que está demostrando su profesionalidad y preparación.

Mientras que en esta operación la misión era la de vigilar las evoluciones de los piratas, la que están desempeñando desde el mes de octubre de 2017 se desarrolla en una zona de guerra en la que los enemigos se pueden esconder en los lugares más recónditos.

Los operadores de los Scan Eagles, pues, tienen en sus manos mucho más que un dron.

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