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Chico Fernández: "Lo que no podemos hacer es una verbena"

En el ecuador del festival,' La Isla ciudad flamenca' se va perfilando como una oferta seria, que corrige fallos cada año y que sabe hasta dónde quiere llegar.

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El fuerte calor que hace que la gente salga a la calle “a partir de las nueve de la noche, como de las tumbas”; el levante, que hacía muchos años que no soplaba con tanta constancia como este verano, poniendo en jaque las expectativas de muchos profesionales de la hostelería; la crisis económica, que aunque las terrazas estén llenas, sigue existiendo...

Y sin embargo Javier Fernández, Chico, mantiene que la tercera edición de La Isla, ciudad Flamenca, está funcionando bien, que hay gente en los espectáculos y que tanto los gratuitos como los de pago tienen su aceptación.

O sea, que el optimismo es fundamental para sacar adelante un festival de 42 días de duración por el que todavía no se parten la cara muchos cantaores por actuar, aunque de todo hay.

Chico tiene las cosas muy claras en este proyecto que lleva ya tres años de vigencia, el primero a pelo ellos solos y el segundo con un poquito de ayuda. Éste con más ayuda, pero todavçía hace falta que se lo crean los políticos y que lo vean como lo que realmente es, una inversión.

No podrá hacerse un balance de la iniciativa antes de diez años y ese tiempo es el que suele tardar un proyecto de este tipo en consolidarse. Siempre que se hagan bien las cosas. Y las cosas se harán mejor mientras más medios se tengan.

“A lo que no podemos arriesgarnos es a hacer una verbena de barrio”, ataja Javier Fernández, porque todos los esfuerzos que se han hecho -y todo el dinero gastado del bolsillo de los organizadores, principalmente- se pueden ir al traste.

Se refiere a que en La Isla hay los cantaores que hay y el resto tienen que venir de fuera, porque La Isla, ciudad flamenca, no es esa verbena en la que durante 42 días estén cantando los que saben cantiñear. Eso sería convertirlo en una verbana y traer a cada vez mejores artistas a las actuaciones es convertirlo, poco a poco, en un festival de referencias.

¿Como la Bienal de Sevilla? ¿Como el de Jerez? Como el de La Isla que por lo pronto está poniendo el foco en acciones que llaman la atención pero sin embarso son fundamentales a corto y medio plazo.

“En Jerez por lo primero que empiezan es por los cursos”, dice Chico, consciente de lo que eso significa. Y es que a los cursos, a las clases magistrales, asisten artistas que ya lo son y que quieren aprender de otros artistas que están más arriba que ellos o, sencillamente, de los que pueden aprender algo que no saben.

Obviamente, subiendo la calidad de los maestros sube la calidad de los alumnos y estos alumnos no son aficionados, sino artistas en formación que ya de por sí llenan salas de espectáculos y tiene acceso a los medios de comunicación.

Y cuando se habla de ellos o hablan ellos, refieren dónde han estado aprendiendo, con quién. Esa es una publicidad impagable porque su palabra es palabra de calidad.

El año pasado ya se produzco un punto de inflexión en el festival, lo que es mucho para ser una segunda edición. La presencia de una productora de Nueva York, que está de nuevo en La Isla, deja entrever que no se van a quedar en las grabaciones que se hicieron, y Javier Fernández lo sabe.

Y por su fuera poco, el IV Encuentro Flamenco de la asociación Efussions de Cultures, de Bélgica, se celebra este año en San Fernando. Y eso, visto desde aquí, parece que no es nada, pero su proyección supone salir de las fronteras y ampliar horizontes.

Todo eso es lo que se está consiguiendo con Chico Fernández a la cabeza, que no está solo ni muchísimo menos. Hay más gente que no sólo están peleando para conseguir que La Isla, ciudad flamenca sea un referente, sino que se están peleando con mucha gente que quiere actuar y que no puede porque no hay fechas libres, por no decir otras cosas. Lo que se decía, que una verbena es otra cosa.

Lo mejor de todo es que saben que van bien encaminados, que el camino es largo y que no todo lo están haciendo bien, lo que implica que en cada edición se hayan eliminado los fallos de la anterior. Si no todos porque programar 42 días de flamenco no es fácil “pidiendo favores a un cantaor, a un tocaor, a un bailar...” sí la inmensa mayoría. 

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