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Ignacio González Martínez-Pais: “El científico puede tener su propia experiencia mística”

Dice que la ciencia básica es una inversión a diez años con unos beneficios del 300% de lo invertido y que su formación como hombre de ciencia no le impide sentir y atreverse a hacer públicos sus sentimientos en un desnudo literario llamado ‘Preso de cordura’.

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Es Doctor en Astrofísica en la Universidad de La Laguna, investigador en el Instituto de Astrofísica de Canarias, isleño y gaditano, canario de adopción pero la tierra tira mucho y muchos no saben que una vez quiso aprender a tocar la guitarra, lo consiguió como todo lo que se propone, y tocó como solista en un grupo. Busca en el cielo planetas semejantes a la tierra y anda preguntándose constantemente qué hay ahí fuera y cómo encontrarlo. No dijo que iba a escribir un libro de poemas. Ya lo tenía escrito. Ahora lo ha editado. Y por eso está aquí.

—’Preso de cordura’. Un libro de poemas. De esos que se van haciendo durante toda la vida, se va formando el poeta hasta que decide dar el salto y salir al público. Salir del armario, dicho sin mala intención, porque hay mucha gente que siente cierta cosilla por dar a conocer sus sentimientos y máxime viniendo de un científico, como es el caso.
—Es como dice. Yo siempre escribí por necesidad, por echar fuera las cosas que uno tiene dentro, pero nunca tuve intención de publicarlo. Últimamente me he decidido a hacer un striptease intelectual y vivir una experiencia interesante a nivel personal mediante la publicación de un libro.

—¿Qué aceptación está teniendo?
—La verdad es que no lo sé, se publicó en diciembre y no tengo datos de la editorial. De todas formas, la poesía es un género que no se vende mucho.

—Salvo que la canten. ¿Quién sabe?
—No me parece que sea muy musicable, pero de todas formas nunca he pretendido dedicarme a esto profesionalmente. Lo hago por vivir la experiencia de publicarlo.

—¿De qué habla el libro?
—El libro habla de temas que a mí me preocupan. Son poesías que he ido escribiendo a lo largo del tiempo sin intención de publicarlas, un poco desahogos, una forma de expresarme. Yo soy una persona introvertida y para mí esto ha sido como una terapia. Hablo de cosas universales, la infancia, reflexiones sobre una serie de asuntos como el autoengaño, la relatividad de los valores, Cádiz –soy mitad de Cádiz y mitad de La Isla- y el haberme ido fuera, a pesar de que estoy en un sitio muy acogedor en el que me encuentro muy bien, uno echa de menos su tierra. Y especialmente una tierra como Cádiz. Esa mezcla entre los sentimientos de la infancia, los sentimientos que a una persona madura le inspiran su infancia mezclado con un ambiente mucho más que físico, como es Cádiz, se ve reflejado en el libro. Luego hay muchas reflexiones sobre temas más intelectuales que líricos.

—-’Mi patria no me ama’, es el título de uno de los poemas. Parece una especie de enfado.
—Es un reproche a Cádiz. Lo  que quiero decir es que la lejanía de tus raíces cada vez te hacer ser menos de aquí. Cuando vuelvo me siendo menos en el sentido de que, aunque tengo a mi familia, vas viendo que poco a poco se van desdibujando los hilos que te mantienen unido aquí y que echas de menos. Luego vuelves y los primeros días sobre todo se viven con mucha intensidad, pero es un hecho que si tú estás fuera vas perdiendo muy poco a poco…

—El contacto, los amigos no van a donde iban antes…
—Y vas viendo cómo va cambiando el paisaje físico de la ciudad, ya no está la casa a la que yo iba con mis amigos… Eso produce a veces un poco de decepción.

—Menos mal que sólo está en Canarias, no está en un país extranjero.
—Y estoy muy integrado, se vive muy bien, el carácter de la gente es más o menos parecido al de aquí… Es un sitio donde uno no se siente extraño. Lo que pasa es que Cádiz es mucho Cádiz.

—Obviamente es la tierra donde ha nacido y donde tiene sus raíces. La poesía en un científico siempre ha resultado curioso. Hace poco hablaba con una profesora de matemáticas y me decía que ella siempre pensaba en matemáticas, igual que yo veo una noticia y la estoy maquetando para el periódico. Pero el científico tiene su sensibilidad como cualquiera otra persona. ¿Pero todos?
—Los hay que más y los hay que menos. Pero creo que hay mucho prejuicio en esto. Hay una especia de mampara impuesta que separa las ciencias y las letras y esa mampara hasta cierto punto existe, pero no tanto como la gente cree. Yo no creo en esa separación y cuando uno deja de creer en ella es cuando se expande de un lado a otro. Es cierto que pasar de la parte de letras a la científica es un poco más complicado, al menos a nivel profesional, porque el lenguaje que utiliza la ciencia, que es las matemáticas, es un lenguaje complicado.

—Para mí no es complicado. Es imposible.
—Todo es ponerse. Pero sí es cierto que requiere un aprendizaje del otro lenguaje. Pero por otra parte, también es cierto que a todo el mundo le interesa mucho ciertos temas científicos por razones obvias, por la misma razón que el científico toma la determinación de estudiarlos. Porque a todos nos interesa saber cómo funciona lo que tenemos alrededor, el universo, las estrellas, el mar, el cuerpo humano, la geografía … Y sobre todo últimamente con estos programas de divulgación tan buenos por la televisión se nota que a la gente le apasiona. Luego sí es posible acceder a las ideas fundamentales básicas mediante una divulgación apropiada e interesarse por esos temas. Meterse a nivel profesional tiene el problema del lenguaje técnico que es complicado. En el caso inverso, pasar el científico a las letras, hay algo parecido. Yo no soy profesional, no entiendo de lingüística, de literatura… leo… Sin embargo, todo el mundo tiene mucho que expresar y hay muchas formas de hacerlo. Con la literatura, la pintura, las artes, la música… No veo inconveniente en que como aficionado, un científico no pueda expresarse. Yo tengo algunos amigos que escriben, a parte de sus artículos científicos, literatura. Uno escribe ciencia ficción y publica libros. Y hay muchos casos de científicos que han hecho literatura.

—Usted trabajó en el Observatorio de Marina de San Fernando.
—Estuve allí tres años. El primer año como Imecar, hice la mili y después me reenganché a la escala de complemento dos años más. Estuve tres años trabajando en Astronomía.

—Vamos a decirlo todo. Usted es profesor de Astrofísica en la Universidad de La Laguna y trabaja en el Instituto Astrofísico de Canarias. Luego está en contacto con la Astronomía de élite, porque se trata de uno de los centros más importantes del mundo.
—En investigación astrofísica es uno de los centros punteros.

—Y además muy organizado porque están reunidos la Universidad, el Instituto y el Observatorio, están uniendo sinergias, sumando conocimientos.
—Está organizado de una forma un tanto peculiar y muy beneficiosa para la institución porque tienes cierta independencia. Y lo que ha habido ha sido una labor importante de aprovechamiento de un recurso natural que tiene las Islas Canarias que es la calidad del cielo, que es única en el mundo. Hay tres sitios en el mundo donde la calidad es óptima y uno de ellos es Canarias. Allí ha habido un trabajo de aprovechamiento y es por esa razón por la  que la institución ha llegado a tener el prestigio que tiene ahora.

—¿Los recortes han llegado allí?
—Como en todas partes.

—A pesar de ser uno de los centros punteros del mundo que tendrá muchos compromisos internacionales.
—Los tiene, pero aun sufriendo los recortes más o menos se está aguantando la crisis. No es que no se note.

—Hablaba usted de que a todos nos gustan los temas científicos, sobre todo lo que tiene que ver con el espacio. ¿Pero para qué sirve encontrar un planeta fuera del Sistema Solar, que además ni siquiera lo ven?
—Estamos hablando del esfuerzo que se hace en invertir en grandes instalaciones científicas que se dedican a investigación básica, a descubrir cómo funciona una estrella, a descubrir una estrella lejana,  si existe o si no existe, cuáles son sus características. Pero lo que muchas veces se olvida es el hecho de que el esfuerzo que supone desarrollar la tecnología para alcanzar esos logros científicos tiene muchísimas aplicaciones que en principio son accesorias, pero que luego crean revoluciones tecnológicas cotidianas. Un ejemplo. Los telescopios grandes son espejos curvos y el sostén de ese espejo es cristal. En las islas en las que se ponen esos observatorios, las diferencias de temperatura entre la noche y el día es grande, con lo cual los vidrios se dilatan y se contraen a lo largo del día y al cambiar la forma se deteriora la calidad de la imagen. Eso ha obligado a desarrollar vidrios que no se dilaten ante cambios grandes de temperatura y se ha conseguido. Luego llegan personas que dicen que ese vidrio puede servir para construir vitro cerámica para las cocinas, que son un producto de la investigación en ciencia básica en la Astrofísica, precisamente. Y eso ha supuesto una revolución en las cocinas de nuestras casas. Las cámaras digitales, que llevan unos chip que sustituyen a las antiguas películas y que son un subproducto de la instrumentación que hemos  tenido que desarrollar para ser capaces de detectar objetos cada vez más débiles. En nuestro caso son instrumentos mucho más caros, pero alguien vio que ese material se podía hacer un poquito más malo y más barato y los metieron en las cámaras.

—El pixel existía hace cuarenta años. No es de los primeros años del siglo XXI.
—Nosotros empezamos a pasar de la película a la fotografía digital hace aproximadamente treinta y tantos años. Cuando comencé mi tesis doctoral empecé a utilizar los detectores digitales y en aquella época el concepto de fotografía digital, sencillamente no existía.

—A mí me dijeron una vez que vivimos de los residuos de la NASA.
—Efectivamente.

—En el sentido de preguntarse para qué fue el hombre a la Luna y traerse cuatro piedras. Pues para utilizar toda la tecnología que utilizaron para ir y venir.
—El obligarte a superar un reto tecnológico para un fin científico está calculado que todo lo que se invierte en ciencia básica, a los diez años revierte en la sociedad multiplicado por tres por sus aplicaciones accesorias. Es un negocio, pero un negocio a largo plazo.

—Y lo que no entienden muchos políticos. Un hombre capaz de escribir, un científico que tienen la mente cuadriculada –aunque no es el caso- ¿cree por encima de la evidencia? No me refiero a pensar, que es un ejercicio de lógica, sino en cosas que no se ven, que puede haber vida fuera de la Tierra. Lo que nos ponen en el cine.
—Un científico es una persona. Como científico piensa en esas cosas en forma de pregunta. ¿Existirá esto? Y si existiese,  ¿cómo podría confirmar que existe? Ahora mismo en Astrofísica se está intentando encontrar planetas extrasolares cada vez más pequeños precisamente para llegar a planetas de tipo terrestre, que están a punto de descubrirlos, para ver si hay otros lugares en los que se dan posibilidades de vida. Pero también un científico es capaz de librarse del prejuicio y del esquema mental que le impone su profesión y puede tener también sus propias experiencias místicas. E incluso hasta escribir poesía.

—Y un científico sin imaginación se quedaría siempre en lo mismo.
—La imaginación es importante en la investigación científica. Quien se dedica a la investigación tiene que estar constantemente buscando cosas nuevas, soluciones nuevas a problemas nuevos y todo eso requiere imaginación.

—Pues ya tenemos una idea de los científicos totalmente diferente. Aunque yo siempre he presagiado que los científicos son personas tremendamente imaginativas porque si no nunca hubiéremos llegado a ningún sitio. El hombre de por sí es tremendamente imaginativo.  El científico lo que hace es metodizarlo todo para llegar a las conclusiones pertinentes. ¿Va a seguir escribiendo?
—Sigo escribiendo con la misma idea de escribir para mí. Si la pregunta es su voy a seguir publicando, me gustaría, pero tengo dos hijos y un trabajo y no me queda mucho tiempo. Pero mi  idea es seguir publicando.

—¿Por qué ‘Preso de cordura’?
—En realidad es un libro de poemas compuesto por seis partes y el principal tiene ese título. Principal en cuanto a extensión y principal en cuanto a compromiso por parte del escritor. Preso de cordura se me ocurrió porque lo que pretendía en esa parte del libro era reflexionar con la mayor cordura posible sobre una serie de temas que me preocupaban. En el momento de escribir me obligaba a ser prisionero de mi propia cordura. Me planteé la sinceridad ante todo, me dejo ir intentando que lo único que quede ahí, la esencia sea la preocupación que yo tengo sobre ese tema y que el lenguaje sirva para jugar, incluso para violar sus reglas para que la comunicación vaya de corazón a corazón sin pasar por el cerebro.

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