Close
Ir pasando por la vida día a día no es asunto en balde. La experiencia te va enseñando cosas que no aprendiste en el colegio y a algunas de ellas me voy a referir.
Aprendí que no puedo exigir la atención de nadie. Apenas puedo intentar que los demás se interesen por mí y tener paciencia para que el tiempo haga el resto. Aprendí que las cosas importantes para mí pueden ser vulgaridades para los demás y jamás conseguiré convencerlos de lo contrario. Aprendí que ganarse una buena reputación cuesta años y que perderla es cuestión de un instante. Aprendí que puedo sobrepasar los límites que yo mismo me coloqué, que tengo que escoger entre controlar mi pensamiento o ser controlado por él. Aprendí que los héroes no son mitos, son personas que hacen lo que creen que deben hacer en un determinado momento independientemente del miedo que sientan. Aprendí que perdonar exige mucha práctica y que debía comenzar por perdonarme a mí mismo para lograr lo otro. Aprendí que en los momentos difíciles la ayuda puede llegar de la persona menos esperaba. Aprendí que los acontecimientos de mi infancia son los que marcaron mi vida y que nunca podré desligarme de ellos. Aprendí que por más que quiera proteger a mis hijos, ellos sufrirán sin remedio porque así es la vida. Aprendí que la palabra amor pierde su sentido cuando se condiciona. Aprendí que las lágrimas solo se deben derramar cuando valga la pena. Aprendí que puedo estar furioso porque tengo el derecho a irritarme, pero no lo tengo a ser cruel. Aprendí que jamás puedo decir a un niño que sus sueños serán imposibles. Que mi mejor amigo me hará daño de vez en cuando y no por ello tendré que repudiarlo.
Aprendí que no importa cuánto esté sufriendo mi alma, el mundo no se detendrá por ello. Aprendí también que, en una disputa, tengo que tomar partido aun cuando no quiera verme envuelto en ella. Aprendí que cuando dos personas discuten no quiere decir que se odien y que cuando no discuten no significa que se amen. Aprendí que los diplomas en la pared de mi cuarto solo potencian mi ego, no me hacen ni más respetable ni más admirado. Aprendí que muchas personas se van para siempre pase lo que pase y yo no puedo evitarlo. Aprendí que es difícil trazar una línea entre ser amable para no herir a las personas, y al mismo tiempo luchar por las cosas en las que creo. Aprendí tanto que ya me callo porque también aprendí que no se debe decir todo lo que se sabe.
En cambio, aún me queda mucho por saber. Me queda por saber que alguien me explique cual es la otra mitad de Oriente Medio. A qué árbol pertenece el fruto del trabajo. Cuánto miden las altas horas de la madrugada. Por qué la poli le dice a un mudo que tiene derecho a guardar silencio cuando lo arresta. Por qué se esterilizan las agujas que emplean para la inyección letal. Por qué nos ahogamos si nuestro cuerpo tiene tres cuartas partes de agua. Por qué los cementerios tienen muros si los que están adentro no pueden salir y los que estamos afuera no queremos entrar. Por qué no contratan bailarinas más altas para que no tengan que danzar de puntillas. Por qué si cárcel y prisión son sinónimos, carcelero y prisionero son antónimos. Por qué no construyen los aviones del mismo material que la caja negra. Por qué la palabra abreviatura es tan larga. Por qué tantas palabras en femenino se interpretan peyorativamente. Decimos que zorro es sinónimo de justiciero y en cambio zorra es una mujer de mala vida. Que fulano puede ser cualquiera y una cualquiera es una prostituta. Que callejero es el plano de una ciudad y callejera es una ramera. Que un hombre público es un personaje de relevancia y una mujer pública es una furcia. Que un hombre de la vida es un barón con experiencia y una mujer de la vida es una buscona…
Me queda tanto por saber, que cuanto más aprendo, más presiento lo que ignoro.