La Alhambra exhibirá al público el silo-mazmorra Grande del Secano, considerado el mayor del conjunto monumental, una vez recuperados los restos arqueológicos de este singular espacio que servía tanto para encerrar a los cautivos como para almacén de granos o especias.
Situado en medio de una amplia zona que se extiende desde la torre del Agua hasta el lugar donde estuvo el palacio de Abencerrajes, este espacio cuenta con una profundidad de ocho metros y una galería de unos 20 metros de longitud.
Se trata del mayor silo-mazmorra de la Alhambra, donde son muy habituales este tipo de galerías, ha explicado el director del Patronato del conjunto monumental, Reynaldo Fernández.
La intervención, llevada a cabo durante el primer trimestre del año por los servicios de Conservación y Restauración y el de Bosques Jardines y Huertas del Patronato, se ha centrado en proteger las estructuras existentes en un área de 280 metros cuadrados.
Los trabajos llevados a cabo en este silo-mazmorra permitirá además a los visitantes conocer algunas de las curiosidades de este lugar, actualmente protegido por un brocal circular de ladrillo.
La intervención ha consistido en proteger los restos arqueológicos de la zona y mejorar la topografía del terreno para evitar así la acumulación de aguas fluviales.
También se ha consolidado el firme y se ha dibujado la silueta del silo para una mejor interpretación.
La boca del silo da acceso a una enorme oquedad; su forma básica en planta es la de una circunferencia de 11 metros de diámetro y en su interior se ha conservado un murete realizado con piedra seca sobre el que se cimenta la escalera de bajada a la mazmorra.
Las mazmorras son elementos muy frecuentes en la Alhambra -hasta el momento se han contabilizado una veintena en el interior del recinto monumental-.
En concreto, dentro de la Alcazaba hay media docena, dos situadas bajo las torres del Homenaje y de la Vela, mientras que junto a la base de la torre Quebrada está la más interesante de las conservadas, por su estructura y por los restos.
Excavadas bajo el suelo, en estas galerías se encerraba a los cautivos, a los que se descolgaba con cuerdas por el hueco central.
En general, tenían forma de cuello de botella y la mayoría de las encontradas en la fortaleza nazarí conservan en su interior pequeños espacios radiales, separados por ladrillos, que servían a los cautivos para recostarse como camastros independientes.
El espacio central, a cielo abierto, solía tener desagüe y se marcaba en el suelo, aunque también estos espacios subterráneos tuvieron otra utilidad y fueron usados como silos, almacenes o contenedores para multitud de objetos, granos o especias.
La zona en la que está ubicado el silo del Secano recibe esta denominación debido a su desmantelamiento durante la invasión napoleónica, que la convirtió durante mucho tiempo en un erial.