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Acusan al Ejército de quemar una aldea en Birmania

Al menos una pareja de ancianos, que optaron por esconderse en su hogar en lugar de huir, están desaparecidos

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  • Birmania. -

Alrededor del 80 por ciento de las casas de una aldea de unos 1.000 habitantes de Birmania (Myanmar), en el nororiental estado Chin, fueron presuntamente calcinadas por efectivos del Ejército y la Policía, denuncian los residentes a medios locales.

Según el testimonio de los pobladores de la aldea Kinma, la mayoría de la gente huyó el martes antes de la redada efectuada por las fuerzas de seguridad y al regresar, en la mañana de este miércoles, encontraron casi todas las casas quemadas, informa el portal Myanmar Now.

Al menos una pareja de ancianos, que optaron por esconderse en su hogar en lugar de huir, están desaparecidos.

Finas columnas de humo gris todavía brotan de algunas de las edificaciones arrasadas por las llamas, según se puede apreciar en las fotografías publicadas por el medio que muestra un paraje desolador de la antigua aldea.

De las 230 casas que tenía Kinma, ahora solo permanecen en pie unas 50, declara uno de los residentes.

El conflicto en la zona se intensificó desde el sábado a raíz del ataque de un grupo de desconocidos contra un administrador de distrito de una población vecina y vinculado a la junta militar, que dio un golpe de Estado el 1 de febrero.

Las autoridades iniciaron un operativo para detener a los presuntos asaltantes, procedentes de Kinma según las primeras investigaciones, lo que hizo a la población de la aldea huir en masa, alertados por la posible represalia y la llegada de los uniformados.

Otro de los habitantes indicó que en la mañana del martes se registró un tiroteo entre los soldados y un grupo disidente cerca de la aldea, con posibles víctimas entre las filas castrenses que en señal de venganza prendieron fuego a las casas.

La quema de aldeas es una de las tácticas habituales del Ejército birmano, denunciadas en numerosas ocasiones por las minorías étnicas que habitan el país.

En agosto de 2017, los militares presuntamente calcinaron decenas de aldeas habitadas previamente por miembros de la etnia rohinyá, no reconocida por las autoridades locales, durante un operativo calificado de "limpieza étnica con marcas de genocidio" por investigadores de Naciones Unidas.

Más de 725.000 rohinyás huyeron a la vecina Bangladés, donde todavía se encuentran en el mayor complejo de campos de refugiados del mundo, a raíz de campaña de represalia castrense, durante la que se estima fueron asesinados alrededor de 9.000 rohinyás.

Tras más de cuatro meses desde el sublevamiento militar que terminó con la incipiente y joven democracia en Birmania, el Ejército no ha logrado tomar el control de todo el país a pesar de la brutal represión contra la oposición al mando castrense.

Al menos 864 personas han perdido la vida a raíz de la violencia desatada por las fuerzas de seguridad, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.

El Ejército birmano justifica el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido liderado por la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, y que fueron considerados legítimos por los observadores internacionales. 

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