Seis meses infiltrado en la policía pasó el periodista francés Valentin Gendrot para escribir "Le Flic" ("El Madero" en francés), un libro en el que denuncia males endémicos y abusos en el seno del cuerpo.
"En Francia la policía tiene dos grandes problemas: el malestar que sienten y el ambiente violento con el que conviven. Hay muchos suicidios todos los años porque tienen unas condiciones de trabajo muy malas y me interesaba poder explicar los dos", cuenta a Efe Gendrot, ya especialista en infiltraciones.
Y es que Gendrot, de 32 años, se infiltró anteriormente en una empresa cárnica y en una fábrica de piezas automovilísticas para denunciar las malas praxis y la explotación de algunos trabajadores.
"La infiltración nos permite ver lo que jamás se ha visto", dice. "A mi me interesó ir a la comisaría y explicar cómo es ser un policía en un barrio obrero de París, donde la relación entre los agentes y la gente es mala".
Entre todas estas experiencias, confiesa que la última fue la más difícil, porque ha durado dos años y el proceso le ha causado un gran impacto psicológico del que aún se está recuperando.
SOLO TRES MESES PARA LLEVAR PISTOLA
"Con tan sólo tres meses de formación yo ya me planté en la calle con una pistola sin saber siquiera cómo usarla", reconoce el periodista, que para poder camuflarse tuvo que pasar 90 días de formación en una escuela de policía en Normandía.
"En ningún momento hicieron una búsqueda sobre mi pasado en internet, en ningún momento profundizaron un poco más en mis antecedentes", añade.
Su primer destino una vez obtuvo el título fue un hospital psiquiátrico de París, donde pasó 15 meses antes de recalar en la comisaría del distrito XIX, uno de los más problemáticos de la capital.
El medio año que Gendrot convivió con las fuerzas del orden en París le permitió constatar que sólo una minoría de los agentes incurren en acciones violentas o racistas: "De 36 personas, había cinco o seis que recurrían a la violencia en sus acciones".
El problema, dice el infiltrado, es que se cubren entre ellos y por este motivo nunca se les castiga. "La mayoría cubre con el silencio a la minoría", explica Gendrot, que en el primer capítulo del libro narra una escena que le dejó muy impactado.
"Hubo una intervención por quejas de ruido de los vecinos. Uno de los policías contaba que un individuo, de raza negra, le tocó repetidamente la frente, a lo que el agente respondió golpeándole y metiéndole en el furgón, que puso la sirena y fue hasta Pantin, un municipio de los suburbios.
Una vez allí, describe Gendrot, la patrulla aparcó en una calle oscura y solitaria. Sacaron al chico de la parte de atrás y el policía le golpeó varias veces con violencia y luego lo tiró en medio de la calle. "A continuación arrancamos y nos fuimos a toda velocidad", añade.
El libro está teniendo un gran impacto en Francia por la polémica en la que se ha visto envuelta la policía en los últimos meses con la muerte aún por resolver del joven negro Adama Traoré mientras estaba detenido y que ha incendiado las protestas de parte de la población.
Tras la publicación del libro, la Fiscalía de París abrió investigaciones por algunos de los episodios descritos, que estarán a cargo de la división de Asuntos Internos de la Policía.
AGENTES SIN RECURSOS, NI PARA PISTOLAS
"Uno de los grandes problemas de la policía en Francia es la falta de recursos y eso puede explicar algunas de las frustraciones de los agentes", sostiene el escritor, que detalla que la comisaría del distrito XIX tiene goteras por todas partes.
Sin embargo, lo que más impresionó al infiltrado, es que algunos compañeros se habían comprado todo el equipo, incluyendo la pistola, con su propio dinero.
"Le Flic" cuenta la realidad de un barrio de París que concentra la mayoría del tráfico de crac de la ciudad. "Cuando eres policía de un distrito te dedicas a pasar de puntillas sobre los problemas, arrestas y tratas de impedir que las cosas vayan mal, pero son remedios cotidianos que no solucionan la cuestión de fondo", insiste el periodista.
EL PROBLEMA: LA FALTA DE FORMACIÓN
Gendrot sugiere que la formación y los recursos aliviarían mucha de la presión que sufre el cuerpo: "En la escuela sólo hay una asignatura de tres horas sobre violencia de género mientras que la mayoría de intervenciones que se hacen en el XIX tienen que ver con ruidos, peleas de vecinos y sobre todo, violencia conyugal."
"Cuando te encuentras delante de una situación así no sabes qué hacer", reconoce Gendrot que, con el éxito que ha cosechado con el libro, confiesa que pretende encontrar trabajo en la redacción de un periódico. "Tengo nuevas ideas de infiltraciones, pero de momento ya he tenido suficiente, ahora necesito descansar".