El presunto asesino, Miguel S.B, había sido detenido en treinta ocasiones anteriores y pesaban sobre él seis reclamaciones judiciales. Había abandonado a su mujer, con la que tiene dos hijos a los que apenas conoce, hace 30 años y desapareció sin dejar rastro, hasta el punto de que la esposa lo creía muerto.
Los hechos se produjeron la madrugada del jueves al viernes, cuando la actual pareja de la mujer, J.M.M. de 59 años, se disponía a entrar en su vehículo notó que la puerta estaba forzada e inmediatamente recibió un golpe con una barra de hierro en la zona occipital del cráneo y otro en la zona temporal izquierda.