El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, dijo hoy que las fuerzas especiales de Estados Unidos tienen que salir del sur del país porque son un objetivo tentador para Abu Sayyaf, un grupo asociado al Estado Islámico (EI).
"Las Fuerzas Especiales de EEUU deben irse. Tienen que salir de Mindanao, hay muchos americanos ahí", afirmó el mandatario en un discurso durante la ceremonia de investidura de varios cargos públicos celebrada en Malacañang, el palacio presidencial, según el medio local Rappler.
Duterte, que no concretó una fecha para el repliegue, señaló que la presencia de soldados estadounidenses en Mindanao convierte la situación en esa región en "más volátil", y añadió que Abu Sayyaf les matará si les ve.
EEUU desplegó un contingente en Mindanao en 2002 para cooperar en la lucha del terrorismo en ese territorio donde operan varios grupos armados, como Abu Sayyaf o el comunista del Nuevo Ejército del Pueblo.
La operación se anuló en febrero de 2015, pero ha quedado un pequeño grupo de militares para apoyar al Ejército de Filipinas contra los terroristas de Abu Sayyaf.
El presidente filipino manifestó que la "pacificación" de Mindanao por parte del ejército estadounidense a principios del siglo pasado todavía se recuerda en esa región y mostró a los asistentes imágenes de las masacres de ciudadanos musulmanes perpetradas por las fuerzas de EEUU en aquella época.
Duterte afirmó que hacía tiempo que quería "cambiar el enfoque" de la política exterior filipina.
Filipinas y EEUU reforzaron su colaboración militar en 2014 y son aliados tradicionales en la región, donde comparten una misma estrategia frente a Pekín en el conflicto territorial del mar de China Meridional.
No obstante,la relación entre ambos países ha sufrido un notable deterioro desde la llegada de Duterte a la presidencia de Filipinas, el 30 de junio de 2016.
En sus poco más de dos meses de mandato, Duterte rechazado en varias ocasiones la influencia de la Casa Blanca y ha llamado "hijo de puta" tanto al presidente de EEUU, Barack Obama, como a su embajador en Manila, Philip Goldberg.