Sobre una antigua cantera de la ciudad egipcia de Asuán, dos centenares de esculturas de granito forman un paisaje lunar, casi onírico, en el que este año se hará un hueco una versión pétrea de la tormenta "nube serpiente", cuyo origen se remonta a la época prehispánica de México.
El cincel del escultor mexicano Jorge de Santiago, que ha participado en numerosos simposios internacionales, trabaja sin descanso estos días sobre un gran bloque de granito para finalizar su obra inspirada en este fenómeno natural.
Este pequeño tornado, conocido en la actualidad como "serpiente o culebra de agua", tenía "un significado especial en la época prehispánica", explica a Efe De Santiago, quien suele reflejar en sus obras elementos como el fuego, la tierra, el aire y el agua.
El escultor opta por desarrollar "conceptos prehispánicos pero con un lenguaje contemporáneo". En este caso, el denominado por los antiguos mexicanos "Mixcóatl", que aportará un toque azteca al Museo al Aire Libre de Asuán.
Este peculiar museo en evolución, ubicado en una cantera, se nutre cada año de las piezas realizadas por artistas egipcios y extranjeros en el marco del Simposio Internacional de Escultura de Asuán, que celebra hasta el próximo 6 de marzo su vigésimo primera edición.
El simposio inició su andadura en 1996, centrado en la elaboración de esculturas en granito, un material que en Asuán tiene fama desde la época faraónica y cuyas canteras son a día de hoy muestra del trabajo de otros tiempos, como el famoso obelisco inacabado.
De temática libre porque "en el arte no se puede imponer nada", según dice a Efe uno de sus responsables, Zaki Mahmud, uno de los pocos requisitos es que para trabajar el granito solo se pueden usar cinceles tradicionales.
Mahmud cuenta que a los dos o tres años del arranque del simposio surgió la idea de crear un museo para exhibir estas obras y para ello se eligió "la zona más alta de Asuán", que baña sus pies en el milenario Nilo.
La mayoría de los artistas trabajan en sus proyectos en un lugar habilitado en la urbe, aunque algunos -puntualiza el responsable- esculpen directamente en la cantera-museo, que alberga hasta ahora 205 piezas.
En ese emplazamiento con vistas al río Nilo, en el que de la roca lo mismo surge un hipopótamo como una habitación rocosa o una torre granítica de Babel, acabará la "nube serpiente" de De Santiago.
Su escultura es de una sola pieza pero con un elemento que lo sustenta, detalla el mexicano mientras trabaja en su obra y disfruta de su primera experiencia en el continente africano.
El artista, que prefiere la piedra frente a otros materiales como el metal o la madera, ya había esculpido en granito en Japón y en Brasil, pero asegura que el de Asuán es "uno de las mejores del mundo y muy especial por la textura visual y la calidad de su grano".
Usado desde hace miles de años, De Santiago reconoce que los egipcios son unos auténticos especialistas en la técnica del granito, que trabajan con el cincel tradicional, sin recurrir a los de vidia o tugsteno, más habituales en la actualidad.
Por ello, durante el simposio, de cincuenta días de duración, se da un importante diálogo e intercambio de experiencias entre los seis artistas egipcios y los cuatro extranjeros, entre los que figura también la brasileña Marcia de Bernardo Foltran.
Uno de esos compañeros de fatigas egipcios es Mohamed el Labban, quien ha cincelado en granito desde 1999 y bebe de las antiguas civilizaciones de Egipto, desde la faraónica y la grecorromana, a la copta e islámica.
Su escultura, de dos piezas, representa los pilones de los templos faraónicos con elementos islámicos como la media luna y el "mihrab" (púlpito).
El Labban aboga en declaraciones a Efe por mezclar estos estilos antiguos para construir en las nuevas ciudades del país edificios modernos que tengan identidad propia en el futuro.
Un futuro en el que también se espera que el Museo al Aire Libre siga creciendo con la continuidad del simposio, que no ha sido suspendido ningún año pese a la inestabilidad política y de seguridad que afecta a Egipto desde 2011.
Ni siquiera durante la revolución de ese año, que pilló a los artistas en pleno trabajo en Asuán.
Zaki Mahmud cuenta con orgullo que en esa ocasión los invitados extranjeros decidieron desoír las recomendaciones de sus embajadas y continuar con sus creaciones en granito.