Los ministros de Finanzas del G20 se comprometieron este domingo a impulsar un crecimiento económico que permita dejar atrás definitivamente la crisis financiera internacional con una base más allá de los estímulos monetarios.
La declaración publicada al cierre de su encuentro de dos días en Shanghái constató los crecientes riesgos que debilitan la recuperación económica mundial y la voluntad del grupo de las economías desarrolladas y emergentes por atajarlos, aunque eludió dar recetas claras sobre cómo se va a llevar a cabo.
La posible salida del Reino Unido de la Unión Europea (el llamado "Brexit") y la masiva llegada de refugiados a Europa se suman por primera vez a una lista de amenazas que incluye la caída de los precios de las materias primas, la volatilidad en los flujos de capitales y los mercados y el auge de las tensiones geopolíticas.
Para superar ese sombrío panorama, el G20 enfatizó en el documento final de la reunión la necesidad de usar "todas las herramientas" monetarias, fiscales y estructurales "individual y colectivamente".
Las intervenciones de los bancos centrales son insuficientes por sí solas para generar un "crecimiento sostenible", pero tienen que apoyar una actividad económica que necesita de "políticas fiscales flexibles" para reactivarse, según se desprende del texto.
Incluso con unos tipos de interés cercanos a cero en la mayoría de las economías desarrolladas -incluso negativos en Japón-, la economía global da signos de ralentización que han reavivado los temores de una posible recaída en otra recesión.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han rebajado en las últimas semanas sus previsiones de crecimiento globales para este año a un 3,4 % y un 3 %, respectivamente.
"No existe margen adicional para inyectar liquidez", explicó el ministro español de Economía, Luis de Guindos, quien añadió en declaraciones a los periodistas que algunos países pueden intervenir en el frente fiscal.
En vísperas de la cumbre ministerial, varios miembros del G20, entre ellos Estados Unidos, habían reclamado un programa conjunto para relanzar el crecimiento, una petición que se topó con las reticencias manifestadas, entre otros, por el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en la jornada inaugural de la reunión.
El documento del G20 aporta compromisos más concretos en contra de la manipulación de los tipos de cambio con fines competitivos y para potenciar las inversiones y la construcción de infraestructuras, para la que apuesta por los nuevos bancos de desarrollo multilaterales.
Además, el grupo de las economías desarrolladas y emergentes acordó intensificar los esfuerzos para eliminar todas las fuentes, técnicas y canales de financiación terrorista y a aumentar la cooperación en el intercambio de información al respecto.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, afirmó en una rueda de prensa al cierre de la reunión de Shanghái haber percibido un "compromiso renovado" en el G20 para reforzar el crecimiento económico y contener los riesgos.
Lagarde aseguró que su "deber" en el G20 era recordar los riesgos que afronta la economía mundial, y que transmitió la necesidad de actuar de forma "valiente, amplia y colectiva".
"Creo que ese mensaje fue recibido por nueve de cada diez, y los miembros saben que no tienen mucho tiempo para cumplir con los compromisos que hicieron para conseguir este 2 % adicional", señaló Lagarde en referencia al plan adoptado en la reunión de líderes del G20 de 2014 en Brisbane (Australia) para conseguir un crecimiento económico de un 2,1 % por encima de las previsiones hasta 2018.
A pesar de reconocer los riesgos que ofrece la coyuntura internacional, la declaración del G20 juzga que la magnitud de la volatilidad que han experimentado recientemente los mercados financieros no se ajusta a la realidad económica.
En el documento, el G20 expresa su esperanza de que los países desarrollados experimenten una expansión económica moderada y que la pujanza de los emergentes siga siendo "fuerte" este año y se mostró confiado en garantizarla en el futuro acelerando la adopción de reformas estructurales.