El plan del Kremlin de crear un centro de poder alternativo a EE. UU. y la Unión Europea le costará a Rusia una "grave crisis", aseguró a Efe Grigori Yavlinski, líder histórico de los liberales rusos.
"El intento de crear un polo alternativo a Estados Unidos y Europa es estéril, peligroso y contraproducente, y le costará a Rusia grandes cataclismos", advierte.
Yavlinski, de 61 años y fundador del partido Yábloko (Manzana), insiste en que si el presidente ruso, Vladímir Putin, se empecina en desafiar el orden mundial creado tras la Segunda Guerra Mundial conducirá al país a "un callejón sin salida".
"Esta nueva política es un rumbo a ninguna parte, un rumbo al abismo que desembocará en una crisis", subraya.
El político ruso, oriundo de la región occidental ucraniana de Lvov, cree que el actual conflicto entre Rusia y Ucrania será "una historia interminable".
"Será una pugna larga, dura y dolorosa. Rusia quiere controlar Ucrania y utiliza todas las fuerzas y medios a su alcance, incluido un conflicto militar. Pero Ucrania no quiere que Rusia la domine", apunta.
En su opinión, los ucranianos derrocaron en febrero pasado "a un régimen corrupto" dirigido por el presidente Víktor Yanukóvich, ahora exiliado en Rusia, lo que provocó un impacto entre las élites rusas que temen que les ocurra lo mismo a ellos.
Yavlinski es uno de los pocos políticos rusos que ha tachado abiertamente de anexión la reunificación -como la llama el Kremlin- de Crimea con Rusia y que ha abogado por la devolución de la península a Ucrania.
Además, agrega, digan lo que digan, "en Ucrania hay un consenso sobre la necesidad de acercarse a Europa", mientras Rusia ha optado por la senda contrario, mirar hacia China.
"Al final, eso lleva a un agudo conflicto. La prioridad debe ser ahora reducir su magnitud, en lo que la Unión Europea podría jugar un importante papel, aunque, lamentablemente, la UE no tiene una política clara y común", destaca.
Yavlinski, quien medió activamente en 1994 para evitar el estallido de la primera guerra de Chechenia, cree "poco probable" que el conflicto ruso-ucraniano se arregle por arte de magia sin mediación internacional.
"El conflicto sólo se solucionará si Rusia y Ucrania tienen un futuro y una estrategia común, de lo contrario, el conflicto será irreversible", insiste.
Y pone como ejemplo a la UE, que fue creada para que todos sus países miembros tuvieran un futuro común, "lo que ha alejado la posibilidad de que estalle una guerra en el continente".
Además cree exagerado el mito de que haya dos Ucranias diametralmente opuestas, aunque sí reconoce que la población de las regiones occidentales, de donde él es oriundo, tiene una mentalidad diferente.
"La Galitsia ucraniana, que no la española, estuvo 500 años alejada de Rusia, ya que perteneció al Imperio Astro-húngaro. Por eso tiene sus particularidades culturales y es diferente a Donetsk o Járkov", reconoce.
Con todo, cree que existen otros países europeos que tampoco son completamente homogéneos como es el caso de España, donde la diferencia entre los catalanes y el resto de españoles, en su opinión, no es mayor que la que existe entre el oeste católico y el este ortodoxo de Ucrania.
"En Ucrania existen diferencias, pero no tienen un carácter crítico", resalta.
Con respecto a la política rusa, de la que él ya no participa activamente, ya que cedió hace años el liderazgo de su partido, recuerda que Rusia es "un país joven políticamente, según los estándares europeos".
"No es sorprendente de que aún no se hayan formado partidos políticos serios dentro del sistema oligárquico" que dirige Rusia, precisa, en referencia a que la oposición real al Kremlin es aún extraparlamentaria.
El político liberal, que llegó a presentarse a la Presidencia rusa (1996 y 2000), aunque nunca estuvo cerca de la victoria, cree que "es cuestión de tiempo" que Rusia sea una democracia occidental al uso.
"Tarde o temprano se formarán partidos políticos y Rusia se convertirá gradualmente y viviendo sus propias crisis en un país moderno y europeo", agrega.
Al contrario que en el pasado, cree que la Rusia de Putin no está dividida según el origen étnico de sus habitantes, sean rusos, siberianos o chechenes, sino por la escasez de dinero y la falta de oportunidades.
"En Rusia hay tres clases de ciudadanos: la tercera clase la componen aquellos que no tienen dinero; la segunda, los que no tienen contactos y la primera, los que pueden visitar personalmente el Kremlin", sentencia.