La primera mitad del mandato español ha estado condicionada por el retraso en la elección de la nueva Comisión Europea, que al empezar a trabajar en febrero, ha ralentizado algunos de los objetivos fijados por el Gobierno en distintas áreas.
La convivencia por primera vez de la presidencia rotatoria con un presidente estable del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha restado visibilidad al jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero.
Zapatero no ha tenido más remedio además que compartir protagonismo los pesos pesados del continente, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, como quedó patente en las dos cumbres celebradas en Bruselas para pactar el plan de ayuda a Grecia.
La grave crisis del país heleno ha relegado a un segundo plano el debate sobre el futuro modelo económico de la UE en esta década, la llamada Estrategia 2020, considerado por el Gobierno el gran reto del semestre.
Junio es el plazo marcado para plasmar en un documento las propuestas planteadas por la Comisión Europea, enfocadas a recuperar el crecimiento y el empleo y a potenciar la innovación.
Otro de los grandes objetivos era dar un fuerte impulso a la relación con Estados Unidos, que ha tenido que posponerse por la decisión de Obama de dar prioridad a los asuntos de su país.
El plato fuerte será la cumbre de la Unión Europea con América Latina y Caribe en mayo en Madrid, cuyo prólogo será la firma de los acuerdos con Centroamérica, Colombia y Perú y un compromiso para avanzar en el de Mercosur.
Está por ver aún si los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y Cuba, Raúl Castro, viajarán a Madrid para asistir a la cumbre.
En el caso de Cuba, el plan del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, de suavizar la posición común de 1996 se ha complicado.
Aplazada la reunión UE-Cuba prevista para la próxima semana, el régimen castrista se muestra inflexible a ceder a la exigencia de liberar presos después de la muerte por huelga de hambre de Orlando Zapata y de la misma protesta que mantiene Guillermo Fariñas.
El agravamiento de la situación en Oriente Próximo también ha abierto interrogantes sobre la cumbre de la Unión por el Mediterráneo de junio en Barcelona, de cuyo éxito depende el cierre de la presidencia con buen sabor de boca.
En el camino, España ha tenido que sortear otras crisis, como los terremotos de Haití y Chile, el contencioso de los visados entre Libia y Suiza o el rechazo del Parlamento Europeo al convenio de la UE y EEUU sobre intercambio de datos bancarios en el marco de la cooperación antiterrorista.
De igual modo, ha tenido que salir en defensa de la jefa de la política exterior y de seguridad de la Unión Europea, la británica Catherine Asthon, que en sus apenas cuatro meses en el cargo, ha tenido que soportar duras críticas por su absentismo en citas importantes, como la reunión de ministros de Defensa en Palma de Mallorca.
Los principales logros hasta ahora han sido en la lucha contra la violencia de género, con los primeros pasos para crear un observatorio europeo; la promoción del coche eléctrico; el apoyo a la adhesión de Turquía y la cumbre con Marruecos.