Es difícil responder a cuestiones que amigos y compañeros exponen de forma, a veces, incluso infantil: ¿Qué haría falta para que Huelva despertara y tomara consciencia de la realidad por la que está pasando? Está claro que apelar a la política como instrumento para que esta ciudad se mueva y exija sus necesidades es un error que llevamos cometiendo muchos años, volviendo a poner en una parte de la ciudadanía -los políticos- una responsabilidad que nos concierne a todos los onubenses. Es más, el error sigue estando en el mismo vagón de siempre, dejar a otros que solucionen los problemas de todos, teniendo en cuenta que dichos otros están divididos y lograr unificar criterios y voluntades de nuestros queridos políticos, gobiernen o no, se me antoja casi imposible, según mi experiencia.
Desde esa premisa, solo nos queda el nosotros y exigirles una Huelva mejor, pero desde una convicción colectiva, unificadora, colaboradora, sin fisuras y sin intenciones partidarias y partidistas. Debemos ser conscientes de que es esa política actual la que tiene a Huelva fraccionada, donde las carencias y decisiones son rebatidas, no por el bien común y sí por el protagonismo que se puede obtener, traduciéndose en votos en elecciones futuras, dado que al final, para muchos, es lo único que importa.
Esa Huelva dormida necesita lideres que lleguen a ellos, que los motiven e ilusionen, que salgan de su letargo y sean parte activa para consolidar ese potencial necesario que se merece esta ciudad, cada vez más olvidada y anclada en un pasado, y sin una estabilidad, sin objetivos claros y concretos para el futuro, que aún sigo sin presagiar. Huelva requiere de todas y cada una de las voces sin siglas y colores, dado que el bien de todos es el único camino que conozco para lograr una mejor ciudad.