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“Este libro es un ajuste de cuentas con la historia y el mundo contemporáneo”

Carlos Manuel López Ramos publica 'Tuyo es el sol que adoras', un poemario en el que se aproxima al mundo actual desde los orígenes de la alquimia

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  • Carlos Manuel López Ramos, posa con su nuevo trabajo. -

Carlos Manuel López Ramos nos descubrió en primer lugar su faceta como ensayista y crítico literario. Hace tres años decidió explorar el terreno de la novela corta -y “experimental”- con Muérase de una vez, Doctor Freud, y ahora lo hace con el terreno de la poesía -“poesía en prosa”, matiza- de la mano de una obra tan arriesgada en lo personal como exigente de cara al lector. Su título, Tuyo es el sol que adoras, lo toma prestado de un verso de Calderón, aunque en la búsqueda de un nuevo significado que, en su caso, le permite introducirse en el mundo de la alquimia, el hermetismo y el ocultismo, abordados desde su innata mordacidad y una exhuberante intertextualidad.

 

Su “sol” apunta en un sentido diferente al que aparece en el verso de Calderón de la Barca.

–Le doy un cambio de sentido al título, ya que en la obra de Calderón se refiere a la mujer a la que ama el protagonista, y aquí el sol es uno de los símbolos supremos de la alquimia, que es uno de los temas fundamentales del libro, pero no el único. El sol es, además, un principio ambivalente y en algunas ocasiones también representa al diablo. En la alquimia todo tiene un doble valor. 

Jaime Echevarría lo ha descrito como un “libro novedoso e interdisciplinar”.

–Tiene una primera parte en la que se habla  de temas contemporáneos, sobre todo sociales y políticos, de problemas reales como la guerra, los movimientos migratorios, las diferencias sociales, el nuevo orden mundial. En esa primera parte se habla del mundo que conocemos hoy, y tiene una segunda parte en la que se centra en la alquimia, y en la que se habla de un mundo en el que el hombre creyó y que era utópico, según el cual la mayor parte de los problemas de la humanidad se resolverían. 

Aparece también la “industria del miedo”, de la que tanto se ha hablado con la crisis sanitaria, aunque el libro estaba terminado antes de que apareciera la pandemia.

–La industria del miedo se creó hace mucho tiempo, es generar inquietud artificialmente en las masas para poder manipularlas. El miedo a perder el trabajo, a la enfermedad, a las catástrofes, a perderlo todo... Se ha creado un concepto de temores, un sistema de pánico artificial, por los mandatarios del nuevo orden mundial para poder manipular y bloquear a las sociedades, para que no se atrevan a rebelarse.

Lo fundamental es que se presenta como un libro de poemas, de “poesía en prosa” para ser más exactos, después de haber practicado el ensayo y la novela.

–Me muevo mejor en la prosa, aunque la prosa admite el elemento lírico. Pero no solo es un libro de poemas, sino que tiene una parte narrativa, puesto que se cuentan historias, una parte histórica, puesto que se habla de la historia, una parte ensayística, puesto que se manifiestan pensamientos, filosofías. 

Y eso le ha llevado a incluir numerosas notas a pie de página, aunque ajenas al uso, casi con vida propia...

–Tratándose de unos temas que no son de común conocimiento, hay que aclarar conceptos, historias, personajes, acontecimientos, obras, ideologías... Son notas que son muy interesantes y muy divertidas, porque incluyen historias que pueden despertar el interés del lector, y que le van a informar de muchas cosas desconocidas sobre la alquimia, el hermetismo, el ocultismo....

¿Y usted cree en esas cosas?

–No creo en nada del hermetismo, ni del ocultismo, ni en el esoterismo, soy escéptico, incluso con respecto al mundo real, la política, la utopía. El libro está impregnado de ironía. En todos los poemas hay algo de irónico, que a veces se convierte en sarcástico, en una burla de esos ideales del hombre, que muchas veces son grandilocuentes, y que en el fondo son puros engaños.

A priori tiene los visos de ser un libro arriesgado.

–Es el más arriesgado que he publicado hasta ahora. La novela anterior tenía muchos riesgos, pero para nada a la altura de éste, que es un libro osado.

Y muy exigente a su vez de cara al lector.

–No se lo pongo demasiado fácil al lector. Creo que tiene que esforzarse en buscar el sentido de la literatura. Yo por lo menos huyo de la literatura comercial que lo da todo hecho, que es rutinaria, entendible. E invito al lector a que piense, a que reflexione y a que asuma un pensamiento crítico con la realidad.

En cierto sentido me ha recordado a ‘La misteriosa llama de la Reina Loana’, de Umberto Eco, por la exploración literaria, las referencias a la alta cultura y a la cultura popular, por la intertextualidad, ¿era también su propósito?

–Hay por ejemplo mucho cine. Está El mensajero, El mensajero del miedo, hay referencias a la cultura popular, una muy importante a La guerra de las galaxias; efectivamente hay una gran intertextualidad en el libro, porque no he querido hacer un libro exclusivamente sobre alquimia, ocultismo y hermetismo, sino meter muchas cosas que algunas de ellas se relacionan con ese mundo esotérico, pero que también se relacionan con el mundo tal como lo conocemos hoy.

Entre sus poemas aparecen personajes tan distantes y particulares como Stalin, Mao Tse Tung, Jesucristo, Jack el Destripador, ¿por qué ha recurrido a ellos?

–Son personajes extraños, enigmáticos, que encierran un misterio que todavía no hemos descubierto. Jack El Destripador es una personalidad desconocida, a Stalin unos lo ven como un monstruo otros como el gran constructor de la URSS industrial, a Mao lo ven como un loco, otros como un gran líder, tenía fama de hipersexual... son personajes llamativos porque encierran muchos enigmas, por eso están ahí. Hay una cosa muy irónica sobre Stalin, un poema dedicado a su carta astral, en la que se decía que era muy buena persona, muy agradable, que no coincide con la imagen que tenemos de Stalin. No creo en las cartas astrales, ni que el destino del ser humano esté en los astros. Hay una ironía fortísima sobre la astrología y sobre Stalin.

¿Qué es lo que más le ha influido a la hora de crear esta obra?

–El libro está elaborado desde mi perspectiva de perplejidad ante un mundo cada vez más caótico y en el que la historia todavía está por explicar. Hay demasiados misterios que no han sido descubiertos, y tendrán que ser descubiertos algún día. Ha sido un proceso abierto en el que he acudido a lo que me ha interesado o gustado, con absoluta libertad, con mucho trabajo e investigación por detrás. Realmente el libro es un poco un ajuste de cuentas con la historia y con el mundo contemporáneo.

 Usted siempre ha reconocido su inclinación por la literatura desde un punto de vista ideológico, ¿en qué sentido lo es esta obra?

–Todo es ideología. Incluso la forma de estornudar. Entiendo por ideología el concepto marxista, de falsa conciencia, lo que nos hace creer que es verdad pero no es verdad. También está el conjunto de ideas de una persona, pero a eso le llamo yo ideario. La ideología es una falsa conciencia que está hoy presente en todo. Nos hacen ver como cosas completamente normales algo que no es normal. Por ejemplo la pérdida de libertades que ha habido en el confinamiento se ha venido justificando con falsos argumentos científicos. No digo que todo sea mentira, pero se han impuesto muchas mentiras como verdades.

El libro se complementa con 11 cuadros de Antonio Mejías y once paisajes sonoros de Juan Jesús Yelo, ¿formaba parte de la idea original o surgió durante la elaboración de los poemas?

–Los libros en los que estaban presentes la alquimia, el hermetismo, y el esoterismo, siempre han estado ilustrados. Hablé con Antonio Mejías para que pintara una serie de cuadros y estuvo encantado desde el principio. Ha hecho una obra extraordinaria. Él habló con Juan Jesús Yelo, que trabaja la música experimental y lo trajo a esta aventura aportando paisajes sonoros que se pueden escuchar con sistema QR desde el móvil. Cada tema va con cada pintura. En marzo queremos hacer una exposición instalación en los Claustros de Santo Domingo en la que se expongan los once cuadros, donde se puedan oir los paisajes sonoros y ya veremos si yo leo o grabo en una pantalla poemas del libro. Ahí se podrá apreciar el trabajo conjunto que se ha hecho.

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