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Balcón abierto a la Bahía

El buque ?Jackelin? cumple una década en la Bahía de Algeciras recorriendo las dársenas y terminales del Puerto para mostrar su fisonomía

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  • Buque 'JacKelin' -
En la otra punta de la Península Ibérica, en la ría de Vigo, el buque Jackelin empleaba extensas jornadas de trabajo a finales del siglo XX para enseñar a los ávidos turistas los entresijos de las bateas de mejillones. Sus cuatro ventanas submarinas eran perfectas para contemplar en su propio medio a estos moluscos que, concha contra concha, crecen agolpados bajo la constante fuerza de las mareas.

Sin embargo, hace una década, la embarcación tomó rumbo sur para adentrarse en las aguas más meridionales de la Bahía de Algeciras. Justo hace un mes se cumplía el décimo aniversario de su incorporación como servicio de visitas en el Puerto Bahía de Algeciras, con el objetivo primordial de tender puentes de conocimiento mutuo entre el muelle y la ciudad que lo alberga.

El 25 de septiembre de 2001 una representación de las autoridades comarcales fueron las encargadas de inaugurar este mirador marino a la Bahía, que funcionaría ininterrumpidamente desde entonces.

Fue la empresa Turmares la que se interesó por esta embarcación, entendiendo que sus pantallas cristalinas hacia el mundo sumergido encajarían perfectamente en el avistamiento de cetáceos. Un turismo marítimo que la embarcación compagina con su función de cicerone para las miles de personas que cada año conocen el Puerto algecireño. Según los cálculos de la propia Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras (APBA), hasta 32.000 personas ya se han embarcado en sus rutas turísticas desde aquella botadura simbólica en aguas del Estrecho de comienzos de siglo.

Actividad
El barco divide su actividad anual en dos grandes épocas de trabajo. En la primera, se dedica principalmente a grupos de escolares y a visitantes del Puerto, navegando por la Bahía para acercar a los diversos colectivos a instalaciones portuarias tales como los atraques para los portacontenedores, las terminales de pasajeros o los diferentes muelles. Así, los pasajeros de Jackelin obtienen explicaciones precisas con ejemplos prácticos al alcance de sus miradas. Lo que escuchan a través de sus oídos lo ven sus ojos.

“Necesito del mar porque me enseña”, sostenía en sus versos Neruda. Eso es lo que precisamente trata de hacer el Jackelin, acercar una realidad portuaria de la que muchos escuchan pero que pocos han visto de primera mano, y menos desde el agua. Como ejemplo, según anotan los registros de Turmares, hasta el 80% de las personas que se embarcan en el periplo por la Bahía no había navegado nunca antes, por lo que los paseos actúan como catalizador de “experiencias únicas”.

Uno de los segmentos más importantes de este primer tramo de actividad del buque se centra en los grupos de escolares. El director comercial de Turmares, André Anciaes, explica que “aproximadamente cada año acuden unos 80 grupos de colegios de toda la provincia, integrados por una media de entre 30 y 40 menores”. Durante las cerca de dos horas de trayecto, los monitores explican la relevancia del Puerto y de su actividad económica, englobada dentro de Algeciras.

Mientras, los pequeños ven de cerca esos monstruos marinos sobre la superficie que dicen llamarse portacontenedores. Este es uno de los mayores atractivos para los menores que, año tras año, surcan las aguas del Puerto. Anciaes repasa que “nuestra experiencia nos dice que a los niños les gusta mucho ver a los grandes barcos de cerca, colosos de 10 o 15 plantas que les impresionan por su gran envergadura”.

Muchos de estos niños, de edades comprendidas entre los 5 y los 15 años, se aproximan por primera vez al Puerto, un lugar “donde incluso trabajan algunos de sus padres”. Como refuerzo final para esta experiencia positiva, y aprovechando que es la especialidad de la casa, Turmares estira la ruta para que los estudiantes puedan ver a los delfines en su medio natural de la Bahía.

Este paseo marítimo suele combinarse en tierra con un programa previo en el que los escolares se adentran en la historia de la ciudad a través de una visita al Museo local. Se ofrece así una perspectiva más amplia y los niños pueden conocer la propia historia del Puerto y la relación económica de la ciudad con el mar.

Segundo tramo
Una vez que las clases terminan, allá por el mes de junio, el Jackelin pone rumbo a Tarifa con motivo de la temporada estival. El epicentro turístico veraniego en que se convierte esta ciudad es un buen escaparate para ofrecer el avistamiento de cetáceos. Aquí, el barco emblema de Turmares se suma a otros dos buques de la compañía, destinados durante todo el año a estos avistamientos.

Los cetáceos se convierten entonces en protagonistas absolutos de una “actividad muy bonita, impresionante y muy orientada a los niños”. No en vano, un amplio número de 80 grupos de escolares de toda España acuden cada año a observar en su hábitat natural a delfines y ballenas, a través de sus ventanas submarinas.

En un cómputo conjunto, la empresa propietaria eleva hasta 15.000 los marineros de un día que pisan la cubierta del buque en alguno de sus recorridos anuales. Así, a las giras realizadas para niños y visitantes en el Puerto, se añaden también los turistas de los avistamientos de cetáceos. Sólo un dato, en verano sus 150 plazas de capacidad suelen estar ocupadas hasta en cuatro ocasiones cada día si las condiciones del mar lo permiten.

Pero el programa anual del Jackelin no se agota ahí. En su calendario están marcadas otras fechas para visitas de grupos especiales, como la que realizan los niños de Ucrania. La tradición también dicta que la Corte Real de la Feria de Algeciras se embarque, reina a la cabeza, en un ruta siempre animada.

A esto se suman las recurrentes presencias de grupos de ingenieros o estudiantes universitarios, cuyas visitas adquieren un carácter más técnico. Jubilados y distintas entidades sociales y vecinales también programan visitas que son atendidas.

Todo ello sin olvidar la celebración del día del Pilar en la que, junto a la Guardia Civil, se hace una demostración con helicópteros y cientos de personas conocen la cubierta del Jackelin.

“El barco no para, bueno, para mantenimiento y poco más”, aclara Anciaes. Mientras, día a día sigue ejerciendo esa labor callada de mostrar la ciudad desde la Bahía, explicando los lazos que les unen y la evolución conjunta de ambas. Una historia que no se comprendería del todo sin tenerse en cuenta mutuamente.

Seguridad
Cinco personas integran la tripulación habitual que Turmares embarca en este buque de 22,7 metros de eslora, 6,6 de manga y 3,4 de calado, construido en los astilleros Rodmann en el año 1997.

A los puestos fijos de capitán, mecánico y dos marineros se le suma distinto personal con formación específica según dónde vaya a desarrollar su actividad. En los recorridos por el Puerto, una azafata va detallando a los pasajeros las principales características de las instalaciones. Mientras, en los avistamientos de cetáceos, un biólogo marino acompaña a los turistas en el paseo, para explicar las especiales particularidades de los cetáceos del Estrecho de Gibraltar.

La constante actividad de la embarcación exige de un permanente control para comprobar que sus tres motores (dos principales y otro más auxiliar) se encuentran en perfectas condiciones. André Anciaes explica que “este es un barco con mucho recorrido. Prácticamente está navegando todos los días, por lo que demanda un mantenimiento muy riguroso”.

Cada temporada, el Jackelin acude fiel a su cita en el varadero, donde se verifican los ejes, se comprueba el fondo del barco y se pinta si es necesario.

Paralelamente, la empresa cuenta con certificación de calidad y medio ambiente que regula los cambios de aceite y de piezas. Así, todo el mantenimiento está registrado y se siguen unas plantillas de tiempo y horas de uso de motor.

En definitiva, Anciaes subraya que, “el barco tiene que estar a punto con toda la seguridad y las garantías posibles que garanticen la tranquilidad de todos los pasajeros”.

No en vano, la empresa concesionaria del servicio cumple todos los requisitos exigidos por Capitanía Marítima para ofertar este servicio, como disponer de las certificaciones de calidad ISO 9001 y 14.001.

Esta preponderancia de la seguridad obliga en ocasiones a adoptar “decisiones difíciles”, como cancelar una salida al mar por borrascas o temporales en el Estrecho. Turmares precisa que “acordamos estas decisiones con la Autoridad Portuaria, con quien tenemos una muy buena relación. Tanto tiempo trabajando juntos es un síntoma de afinidad”.

Anciaes señala que, “además de la parte burocrática que compartimos, existe una afinidad comercial. Hablamos casi a diario para hablar no sólo de meteorología sino también para organizar los grupos que vienen y las necesidades especiales que puedan tener. Estamos encantados de tenerlos como compañeros de viaje y sacamos mucha gente al mar por recomendación suya”.

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