La titular del Juzgado de Primera Instancia número 1 de Jaén ha anulado la última deuda reclamada a Juana Vacas, la mujer de 74 años, vecina de Torredelcampo (Jaén) que en 2011 heredó las deudas del marido y asesino de su hija. Esto ha sido así después de que la jueza haya tenido en cuenta que la herencia a esta mujer se anuló en 2013 y que por tanto no cabía exigir más pagos a la anciana.
Cuatro años y dos meses después del asesinato de su hija, Juana Vacas se ha enfrentado nuevamente a los tribunales por una deuda generada por el que fuera pareja y asesino de su hija. Un vecino de Torredelcampo había demandado a la anciana a la que le reclamaba los más de 20.000 euros que le dejó a deber el verdugo de su hija. La jueza ha considerado en su sentencia que la herencia a Juana Vacas esta anulada por lo que queda exenta del pago de las deudas contraídas por el que fuera pareja de su hija.
Juana Vacas, en declaraciones a Europa Press, ha dicho sentirse "satisfecha" y "muy tranquila" al ver que "se ha hecho justicia". Vacas se ha mostrado confiada en que esta sentencia "acabe de una vez por todas" con más de cuatro años de "mucho dolor".
Por su parte, la hija de Juana, Encarnación Armenteros, ha lamentado que este vecino de Torredelcampo haya llevado nuevamente a su madre a los tribunales sabiendo que "ella no tenía la culpa" de lo que le había dejado a deber el asesino de su hermana que actualmente se encuentra en prisión cumpliendo los 22 años y medio de cárcel a los que fue condenado.
Precisamente, Juana Vacas tuvo que emprender una batalla judicial en 2011 cuando tras aceptar la herencia de su hija se le vinieron encima las deudas de su asesino. La mujer inició un pleito contra los notarios por no informarle sobre las cargas de aceptar la herencia de su hija. Finalmente, en 2013 un juzgado declaró la nulidad de la herencia.
Y es que Juana Vacas aceptó una herencia que incluía parte de una casa adquirida por la víctima y su asesino mientras fueron matrimonio. Una vez divorciados, él tenía que hacerse cargo de la hipoteca, pero no la pagó durante cinco años, dando lugar a una deuda que la fallecida compartía, pues no disolvieron los bienes gananciales después del divorcio.