Estigmatizado desde hace unos años tras ser tachado de ‘asesino’, el lago de la corta Guadiana de Minas de Herrerías, en el municipio onubense de Puebla de Guzmán, podrá liberarse en apenas cinco meses de esa pesada etiqueta, una vez que culmine el proyecto impulsado por el Instituto Geológico Minero de España(IGME), de la mano de la Junta de Andalucía, para extraer del agua el dióxido de carbono (CO2)- también llamado anídrido carbónico- que se acumula en su fondo.
Pese a que se ha especulado mucho con la peligrosidad de este lago si se produjera una expulsión masiva del gas, José Suárez, ingeniero de Minas y presidente de la Asociación Herrerías (Recuperación Histórica y Patrimonial Minera de Minas de Herrerías) explica a Viva Huelva que “no hay peligro alguno”. De hecho, insiste en esta cuestión, y aclara que “si el gas saliera -de golpe-, quedaría retenido en el cono de la corta, y se iría diluyendo con el aire”.
Entonces, ¿por qué sacarlo? Porque el CO2 se sigue produciendo en su interior -“por efecto del contacto de las aguas ácidas con rocas carbonatadas que hay en la corta”, explica-, y es mejor una extracción “controlada” del gas.
Y en eso están. Tras trabajar durante cerca de dos años en una experiencia piloto, este mismo miércoles se instaló el sistema definitivo de extracción del CO2, pionero en Europa y que pasa por una tubería de mayor diámetro que las anteriores (una de ellas sigue en uso) que en unos cinco meses, según los cálculos de Suárez, habrá eliminado el gas del interior del agua.
El CO2 no sale por sus propios medios al exterior debido a la profundidad del lago, de cerca de 70 metros, de ahí que necesite esta ‘ayuda’ extra: la tubería, de unos 42 milímetros de diámetro, anclada al fondo y con un sistema de flotabilidad en superficie para darle sujeción, desde donde se drena el agua desde el fondo del lago a la superficie, donde es expulsada junto con el gas. El CO2 se diluye en el aire y el agua cae de nuevo en la corta.
Última modificación
La última modificación en el sistema se hizo este mismo jueves, en manos del responsable del proyecto, el científico del IGME Javier Sánchez España, que colocó un dispositivo en la salida de la tubería con el que se logra que el agua, que proviene del fondo, regrese a la base, para alterar lo mínimo su morfología, ya que según aclara Suárez, el agua de la corta se estratifica, según acidez, presencia de metales... Es decir, que no tiene características uniformes, de modo que lo ideal es que ese agua que sale ahora a la superficie, regrese al fondo, algo que se logra con esta última modificación.
En cinco meses, ya nadie podrá llamar ‘asesino’ al lago de la Corta Guadiana. Tan fiero no debe ser, cuando sus vecinos pasan a su lado como si nada.