Antonio Manuel Álvarez Vélez es presumido, "pitingo" en caló, flamenco y "movido" desde la cuna, y ha tenido que ser padre para "tranquilizarse" y darse el gusto de "cambiar de tercio", como ha llamado su nuevo disco, demostrando que si antes no era más "jondo" era porque no quería, no porque no supiera.
"Cambio de tercio", que sale a la venta mañana, son colombianas, fandanguillos, tanguillos, caña, tangos, zambra, seguiriyas, bulerías, soléa y bamberas, es decir, "flamenco en rama" pasado por un tamiz que le han ayudado a mover Estrella, Soleá y José Enrique Morente, Arcángel, Miguel Poveda, Carmen Linares, Rafael Riqueni, Juan Carmona, Alfredo Lagos, Tomasito, Dorantes y Sara Baras.
"No he hecho este disco por darles el gusto a los puristas, sino porque me apetecía. Ha sido un proceso creativo muy largo y han participado todos estos artistas en él porque llevábamos mucho tiempo diciendo 'a ver si hacemos algo juntos'. Ha salido de forma natural porque nos conocemos desde hace mucho y nos admiramos mutuamente", revela en una entrevista con Efe.
Está "muy satisfecho" con el resultado. Han sido dos años de trabajo pero cada cosa del disco está como quería y le ha apetecido "muchísimo hacer cada una de ellas", explica el artista, al que fascina, por sus "muchos melismas", el tema que ha hecho con Dorantes y Farah Siraj, "Leilah".
Para ello ha tenido que aprender árabe y dice que le gusta tanto como estudiar música e inglés, un idioma que le hace "falta" porque, detalla este artista que "controla" el godspell -en el disco incluye "Song of Joy"-, que ha cantado para la Fundación Alas, la de Shakira, un tema con Eric Clapton, está viendo claro que hay futuro en Estados Unidos, donde actuará en septiembre.
Pitingo (1980, Ayamonte, Huelva) es el de "Soulería" y el de "Malecón Street", su anterior disco, es decir, un súper ventas, pero cuando empezaba cantó "mucho, mucho" para el baile, es decir, desde atrás, y ha visto lo que se puede y lo que no se puede hacer.
"El peor pecado de un artista es hablar mal de los demás. Si lo hace es porque tiene mucho que callar de sí mismo. Esos cantaores que juzgan... para eso están los jueces", sostiene.
Confiesa que cuando tenía 18 años corría a los quioscos a comprar los periódicos para ver qué decían de su actuación, y que ha llorado "tela", sobre todo cuando los comentarios le buscaban el cuerpo en una especie de vendetta, pero ahora no: "soy fuerte, he madurado, he aprendido también de muchas críticas y, sobre todo, me he centrado en la respuesta del público".
Él, que canta en la caña "Serrano balcón de Ronda" "a mí me pueden mandar a servir a Dios y al Rey, pero dejar a tu persona ¡eso no lo manda nadie!", no tiene opinión, porque en eso "no se mete", sobre la abdicación de don Juan Carlos, aunque, admite, le da "pena".
El disco, en el que dedica a Paco de Lucía y Enrique Morente el tema de Luis Eduardo Aute "De alguna manera", es también "el debut" de su hijo Manuel, de dos años, y que con solo 8 meses, asevera, "ya hacía armonías".
Aquí hace, al comienzo y al final, el quejío de un tema con el que no caben equivocaciones, "Y llegó Manuel (Momento papá), y es que como él dice en los agradecimientos, el crío es su "segunda piel" y el que ha devuelto "sensatez y cariño" a su vida.
Pero la declaración de "amor" más curiosa es la que ha provocado en Roger Waters, líder de Pink Floyd, al que conoció cuando grababa su aún inédita aportación a la Fundación Alas.
"Es un artista flamenco buenísimo; un genio y no deberían perdérselo", asegura Waters en un vídeo grabado por su compañía discográfica, Universal, con motivo de la salida del disco del español.