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Huelva

La hostelería en la encrucijada

Las malas prácticas de parte del empresariado de un sector que camina sobre el alambre en los derechos de sus trabajadores

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Está el caso de una chica de 24 años que confiaba en conseguir el dinero necesario para su matrícula universitaria trabajando en verano en un pub del Centro Comercial de Islantilla: “Me hicieron un contrato de 20 horas semanales y echaba de 50 a 60. Si llegaba una inspección se supone que yo había llegado hace un par de horas”. En su contrato no se especificaba el sueldo, pero ella confiaba en ganar de 900 a 1.000 euros. Cuando llegó el final de julio, “me pagó 700 euros, unos 3,70 euros a la hora”. Está también el caso de una madre soltera de 40 años en situación límite, que llevaba meses subsistiendo gracias a los servicios sociales y que, obligada por sus circunstancias, aceptó trabajar sin contrato en el chiringuito de una urbanización privada de Islantilla. Pero contrato no tenía ni ella ni el resto de trabajadores. El problema se agravó cuando un accidente laboral al caerse en la cocina la dejó con las costillas tocadas, sin trabajo y sin derechos. O  el caso de una conocida cadena de restaurantes de la capital onubense que tiene por sistema dar de alta y de baja mensualmente a todos sus trabajadores, quitándoles así sus derechos por antigüedad y ahorrándose indemnizaciones por despido.

Son algunos de los ejemplos, contrastados por Viva Huelva, que se dan, la mayoría en la temporada estival, en la hostelería,  un sector siempre en el punto de mira y que subsiste entre el empresario decente y aquel que bordea o se salta la ley para desprestigiar al gremio y hacerse de oro en el menor tiempo posible. 

Trabajo ‘decente’
Este lunes se celebró la Jornada Mundial por un Trabajo Decente, lo que viene que ni pintado para contextualizar este reportaje-denuncia. Para Manuel Rusillo, secretario general de Hostelería y Comercio de UGT Huelva, actitudes como las anteriormente descritas “se dan asiduamente” en la hostelería y lamenta el “miedo de los trabajadores a denunciar ante la inspección de trabajo por el miedo a perder el trabajo”. Según Rusillo, este tipo de “aberraciones” se ha convertido en “costumbre” por culpa “de empresarios que de empresarios sólo tienen el nombre”.

Cuestionado sobre la situación que se ha dado en verano en los chiringuitos onubenses, el sindicalista considera que en este tipo de establecimientos hosteleros “pocos dan de alta a la gente, y los trabajadores están muy en precario, exigiéndoles más de la cuenta, explotados”.

Representantes del empresariado
Juan Díaz es el presidente de la Asociación de Chiringuitos de Huelva. Las palabras del representante de UGT las valora como “un error como una casa”, ya que, según Díaz, “hoy en día tal y como está la cosa, no se la juega nadie, y dar de alta se da de alta a todo el mundo”. Eso sí, matiza: “Otra cosa es que se dé de alta menos horas”.  Como es normal, Juan Díaz barre para casa e insta a los sindicatos a “mirar el sector y tratar la problemática de la falta de profesionales, porque estamos dando trabajo a gente que no sabe lo que hace”. “El empresario de hostelería necesita profesionales”. Ante esto, Juan Díaz aboga por “desarrollar una cultura de servicio y dedicación a los demás” para sustituir “la hostelería de salir del paso” que se da en la actualidad en una provincia en la que “de cara al público hay que corregir muchísimas cosas”, en la que “no tenemos buenos profesionales ni buenos empresarios”, en la que “cualquiera monta un bar”, en la que “falla la atención al público”, en la que   “la administración nos atiende con prepotencia”, en la que “se está haciendo un flaco favor al servicio” y en la que “nos salva la calidad de nuestros productos”.

Además,  Juan Díaz también reconoce la existencia del lado oscuro del sector: “Más de uno quiere hacer el agosto, hay muchos piratas que vienen a dar el golpe de verano y luego, búscalos. Tenemos que luchar por acabar con esa cruz”.

Iván Gómez es el presidente de la Asociación de Hosteleros de Huelva y Provincia. “A la hostelería se le dan muchos palos, pero ayudas, poquitas”, lamenta este representante empresarial que también reconoce que en su sector “hay gente empleada que no sabe”. Gómez, que excluye de su valoración “a los verdaderos profesionales del sector”, reitera que “en ocasiones, la falta de profesionalidad” es un rasgo de la hostelería onubense, en la que “no hay una atención como la que debería haber”.

Iván Gómez, que preside un colectivo que aglutina a medio millar de establecimientos onubenses, habla de los “esquiroles” del sector. “La administración debería exigir algo más” a la hora de dar una licencia para abrir un establecimiento hostelero. Para Gómez, esta situación de “esquiroles” en la hostelería viene dada por “muchos despedidos de otros sectores que montan un bar, como si cualquiera pudiera montar un bar, y a los verdaderos profesionales nos putean. Ni comen ni dejan comer”.

Así las cosas, el sector de la hostelería deberá coordinar acciones para dignificar un sector clave en el desarrollo económico y social de la provincia, pero que entre empresarios de malas prácticas y falta de profesionalización acaba en la encrucijada por meter la gamba más de lo deseado.

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