El teniente de alcalde de Infraestructuras y Servicios Municipales, Felipe Arias, ha anunciado esta mañana en rueda de prensa que “el Ayuntamiento de Huelva ha conseguido frenar la plaga del picudo rojo, protegiendo el palmeral de la ciudad”. Aún así, Arias ha asegurado que “es preciso mantener la alerta, por lo que durante el verano, se intensifica la batalla contra el picudo rojo”, ya que se trata de un insecto ligado al calor, que con las altas temperaturas se reproduce a una velocidad todavía superior a lo que lo hace en las estaciones frías. En este sentido, actualmente se están realizando fumigaciones intensivas en las palmeras de la ciudad que se realizan de noche, como medida de protección para los ciudadanos y en cumplimiento de un decreto de la Junta de Andalucía sobre manipulación de productos peligrosos que obliga a realizar este tipo de tratamientos en suelo urbano en horario nocturno.
Según ha explicado el teniente de alcalde, “el que se realiza en verano, es sin duda el más intensivo de los seis tratamientos que se aplican cada año, entre los meses de marzo y noviembre”. Se trata de tratamientos de carácter preventivo, ya que, “tras cinco años de batalla, hemos conseguido pasar del combate a la prevención”. Es el resultado de “un intenso trabajo, con el que hemos conseguido extraordinarios logros”. Entre 2008 y 2011, en la ciudad de Huelva sucumbían a la plaga del picudo rojo entre 30 o 40 palmeras cada año, mientras que actualmente, las cifras han descendido drásticamente para quedar reducidas a 1 o 2 ejemplares al año.
En 2008, el Ayuntamiento de Huelva empezó con los primeros tratamientos mediante pulverizaciones de las copas de las palmeras de los Parques Doce de Octubre, Zafra y del Paseo de las Palmeras, por ser la zona limítrofe al muelle, por donde se suponía había entrado la plaga, con el objetivo de hacer una barrera de protección al resto de la ciudad.
En el año 2009, se mantuvo este tratamiento, mientras se iniciaba la inoculación de las primeras inyecciones en tierra de todas las palmeras Phoenix Canariensis de la ciudad, mientras que en octubre del mismo año, se inició un tratamiento experimental en el Parque Doce de Octubre, mediante colocación de 4 morcillas en la parte superior del tronco de todas las palmeras.
Desde entonces, durante 2010, 2011 y 2012 se combinaron los tres tratamientos, con pulverizaciones a las copas, colocación de morcillas e inyección a suelo en todas las palmeras del tipo Phoenix Canariensis, que son las más sensibles a la plaga y gran parte de las Phoenix Dactylífera.
Los tratamientos se han combinado durante estos años con las podas en época de invierno, ya que se produce la parada biológica del escarabajo, siguiendo las directrices del protocolo marcado por la Junta de Andalucía, incluyendo la eliminación de restos de palmeras afectadas, mediante trituración de los mismos o enterramiento inmediato.
Gracias a la combinación del tratamiento preventivo, con la actuación inmediata en cada foco detectado, se ha conseguido, ha asegurado Felipe Arias, “no sólo frenar la plaga, sino también curar muchas palmeras y salvarlas de la tala”. Recordando además que “las que ha sido imposible recuperar, en su mayoría, se han sustituido por nuevos ejemplares de la especie washingtonias, reemplazando a las palmeras canarias afectadas por la plaga”.
De esta forma, en la actualidad se mantienen distintos métodos de control sobre las palmeras. En primer lugar, los trabajos se centran en evitar todo tipo de heridas en las palmeras, para reducir los riesgos de entrada y ataques de la plaga. Además, las podas se realizan en la época de más frío (diciembre-febrero) que es la de menos actividad del adulto, mientras que en las repoblaciones se evita la elección de palmeras Phoenix Canariensis y Phoenix Dactylífera. A ello se suman las pulverizaciones alternativas cada 45 días, durante los meses de calor, en Huelva de marzo a noviembre, con hasta seis tratamientos anuales a base de productos químicos inscritos en el Registro Oficial y autorizados para su uso en palmáceas.
El (Rynchophorus ferrugineus) o picudo rojo es originario de la Polinesia y Sudeste Asiático, aunque posteriormente aparece en países de la cuenca mediterránea (Egipto, Marruecos, etc.) En España se detectó en el año 1995 en Almuñécar (Granada). En Huelva se introduce en el año 2004-2005, por una importación de palmeras de Egipto a través del Puerto de Huelva. La expansión por Huelva comenzó por el término municipal de Aljaraque, que fue el destino de las palmeras importadas. A partir de ahí se fue extendiendo por Huelva, Punta Umbría, El Portil, El Rompido, etc. con una expansión espectacular y muy progresiva.
La fase más dañina es la de larva, que es la que devora el tronco por dentro. Las larvas excavan galerías dentro del tronco de la palmera para alimentarse de sus tejidos y propagan a través de ellas infecciones fúngicas que aceleran la descomposición del ejemplar, deteriorándolo gravemente antes de que puedan detectarse los primeros síntomas visibles. La fase adulta, la de escarabajo, es la reproductiva y, por tanto, la que propaga la enfermedad.
Esta plaga afecta principalmente a la palmera canaria (Phoenix canariensis), de las aproximadamente 4.000 palmeras que hay en la ciudad de Huelva, sólo unas 2.000 pertenecen a la especie más sensible a esta plaga. En total, el parásito ha conseguido invadir en Huelva unos 150 ejemplares, de los que el Ayuntamiento de Huelva ha logrado salvar casi el 50%.