La socialista María Chivite presidirá Navarra tras dos meses de negociaciones con Geroa Bai, Podemos e I-E, en los que también ha tenido que reivindicar sus posiciones ante el propio PSOE, desvincularse de las demandas de EH Bildu y defenderse de UPN, PP y Ciudadanos, que han elevado su investidura a un asunto de calado nacional.
El PSN asumió la iniciativa tras los resultados electorales que el pasado 26 de mayo dieron en el Parlamento foral 20 escaños a Navarra Suma (UPN, PP y Ciudadanos), 11 al PSN, 9 a Geroa Bai, 7 a EH Bildu, 2 a Podemos y 1 a I-E, un reparto que imposibilitaba reeditar con mayoría el anterior cuatripartito (Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E) y que no dio a NA+ los escaños suficientes.
Esa misma noche electoral Chivite ya expresó su deseo de liderar un "Gobierno de progreso" y anunció que se abría "un tiempo de diálogo", que desde el principio dirigió a las filas de los componentes del anterior cuatripartito, excepto a EH Bildu, al que siempre ha vetado para cualquier negociación.
Pese a que también Javier Esparza (NA+) dijo "tender la mano" al PSN "para formar un Gobierno constitucionalista", los socialistas navarros obviaron la invitación y llamaron a Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra (I-E) para iniciar los contactos, sin atender a que era vital que EH Bildu no se opusiera con sus votos.
Esa necesidad fue utilizada tanto por la formación abertzale para reclamar un lugar en las negociaciones, como por UPN, PP y Ciudadanos, que pusieron el foco a nivel nacional en el supuesto "pacto secreto" de PSN y Bildu, una presión que incluso llegó a suscitar reparos en la dirección federal del PSOE, que se desmarcó de las negociaciones de Chivite, aunque posteriormente las bendijo.
La primera evidencia de que el PSN no acompañaría ni a Navarra Suma ni a Bildu fue la constitución de los ayuntamientos, el 15 de junio, cuando los socialistas se votaron a sí mismos cuando su postura era determinante para otorgar alcaldías a NA+ o a los abertzales, lo que le granjeó las críticas de ambos, según los casos.
El PSN dijo en una nota que no aceptaría "chantajes o amenazas políticas ni de Bildu ni de Navarra Suma, que evidencian su nerviosismo de la peor manera posible en política, que es amenazando o intentando chantajear o canjear votos", lo que da idea de las presiones a las que se ha visto sometido estos dos meses.
La negociación se retomó para la elección el 19 de junio de la Mesa del Parlamento de Navarra, finalmente con Unai Hualde (Geroa Bai) en la presidencia y con EH Bildu en una de las secretarías, pese a que las críticas arreciaron en los partidos nacionales de nuevo por un supuesto pacto con los socialistas.
La cuestión navarra no ha dejado de sonar en estos dos meses en Madrid y se ha cruzado en los debates que, a su vez, han tenido lugar por la coincidencia del proceso nacional de conformación de un Gobierno liderado por Pedro Sánchez, después de que el PSOE ganara el 28 de abril las elecciones sin mayoría absoluta.
Sin embargo, el PSOE ha defendido los pasos dados por el PSN, que ha admitido una consejería de Podemos en Navarra pese a la ruptura de las negociaciones entre Sánchez e Iglesias en Madrid y pese a que en un principio la formación morada no había evidenciado aspirar a estar presente en el Gobierno.
El camino se allanó después de que el 5 de julio PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E llegaron a un preacuerdo de programa de legislatura y ha culminado el pasado viernes 26 de julio en el acuerdo de Gobierno.
Aun así quedaba la incertidumbre de los necesarios votos de EH Bildu, despejado cuando el coordinador general de la formación abertzale, Arnaldo Otegi, avalaba "posibilitar" la investidura de Chivite a través de "las abstenciones que sean necesarias".
En cualquier caso, EH Bildu ha anunciado que su postura no es "un cheque en blanco" y ha recordado que sus votos serán necesarios en el día al día del Parlamento de Navarra para conformar mayorías, lo que augura cuatro años de desencuentros y también de coincidencias que, a buen seguro, alimentarán la polémica sobre supuestos pactos.