Tras años de diligencias de Gürtel y Púnica, el caso Lezo ha propiciado la dimisión de Esperanza Aguirre de su último cargo como dirigente del PP, tras el encarcelamiento de su mano derecha y sucesor al frente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González.
Este es el tercer adiós de Aguirre, que en la comparecencia en la que ha anunciado su dimisión ha dicho sentirse "engañada" y "traicionada" y ha reconocido que no vigiló a sus colaboradores "todo lo que debía".
La 'lideresa', que ha sido todo menos alcaldesa en la Comunidad de Madrid, se marcha días después de declarar como testigo ante el juez del caso Gürtel, ver en la cárcel desde hace dos años a su número dos en el PP de Madrid, Francisco Granados, y la detención de González.
De todos los cargos que tuvo, hoy renuncia al único que mantenía -concejal y portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid-, a diferencia de su primer adiós (en septiembre de 2012), cuando dejó la Presidencia de la Comunidad pero no la del partido.
Y, de hecho, poco después empezó a ofrecerse en reiteradas ocasiones a Mariano Rajoy para que la designara candidata a la Alcaldía de Madrid.
Faltaban aún dos años para que estallara Púnica (octubre de 2014), que acabó con Granados en prisión. A pesar de ello, Aguirre siguió defendiendo su gestión y asegurando que en su trayectoria política había nombrado a 500 cargos, y solo dos le habían salido "rana" -Granados y el exconsejero de la Comunidad Alberto López-Viejo, procesado en Gürtel-.
Aguirre dimitió el 14 de febrero de 2016 (su segundo adiós) como presidenta del PP de Madrid por su "responsabilidad política" por la trama Púnica, solo unos días después del registro en la sede del partido ordenado por el juez Eloy Velasco para investigar si los pagos de esta trama sirvieron para financiar ilegalmente la formación.
La 'lideresa', que pasó a ser solo concejala y portavoz del PP en el Ayuntamiento, admitió su responsabilidad por no haber vigilado y descubierto los presuntos casos de corrupción que afectaban al partido.
Eso sí, negó tener cualquier tipo de responsabilidad "material" en la trama Púnica o en cualquier otra, y siempre ha retado a que alguien demuestre si ella se ha llevado algún euro de manera ilícita.
Con todo, la carrera de Aguirre en el PP de Madrid se acercaba a su fin desde meses antes de ese 14 de febrero de 2016, desde que su victoria por la mínima en las elecciones municipales de 2015 le diera la Alcaldía a Ahora Madrid -con el apoyo del PSOE- y la dejaran como líder de la oposición en el Ayuntamiento más grande de España.
Aquellos resultados la llevaron a pedir al PP nacional que permitiese al PP de Madrid celebrar un congreso extraordinario en el que ella dejaría de ser presidenta, porque el partido debía afrontar una "refundación" y debía acabar su periodo de más de diez años como 'lideresa'.
Una década en la que el partido logró sus mayores triunfos en las urnas con contundentes mayorías absolutas en la región y en el Ayuntamiento, y en los que la 'lideresa' no escuchó ni una sola voz discrepante.
Y aquellos triunfos sí se los reconoció su partido en el último congreso del PP de Madrid -el que aupó a Cristina Cifuentes a la Presidencia 'popular'-, con una larga y cerrada ovación al comienzo de su breve intervención, que Aguirre recibió con alguna lágrima en los ojos.
Ignacio González se ha convertido en la tercera 'rana' de quien fuera la primera mujer que presidió el Senado y venció en unas elecciones autonómicas, la que fuera también ministra de Educación y Cultura, que no fue capaz de dejar la "cosa pública" en 2012.
Toda una superviviente -salió ilesa de un accidente de helicóptero (2005), escapó en calcetines de un atentado en Bombay (2008) y superó un cáncer en 2011-, Aguirre tendrá que rehacerse ahora de su enturbiada salida de la política.