Medios de comunicación de Navarra y El Economista, se han hecho eco estos días de la decisión de Antonio Pulido y Enrique Goñi, copresidentes de Banca Cívica, de convertirse en los catalizadores de una segunda fase de fusiones bancarias. Pulido incluso querría anunciarla por sorpresa en la asamblea general de Cajasol, prevista para el viernes.
Según El Economista, esta maniobra es en el fondo un intento de supervivencia política de Pulido y Goñi, que prevén dificultades en sus comunidades de origen. La posible conquista de la Junta por Arenas colocaría a Pulido en una situación harto delicada, habida cuenta de que su aterrizaje en la banca fue promovido por el PSOE y, en su seno, siempre ha sido fiel peón de Viera, contra el que el PP dirige a diario todas sus baterías por su presunta implicación en el caso de los ERE.
Por su parte, Enrique Goñi fue hombre de máxima confianza del anterior presidente de Caja Navarra y de la comunidad autónoma navarra, Miguel Sanz, al que el PP achaca la ruptura con UPN.
En previsión de que se les complique el panorama político, Pulido y Goñi han intentado ser acogidos en Kutxabank, el nuevo banco que aglutinará las tres cajas vascas (Kutxa, BBK y Vital) y que presidirá el nacionalista Mario Fernández, a la vez presidente de BBK. La BBK absorbió Cajasur y Pulido es cordobés de Castro del Río, de ahí que en el seno de la CECA haya procurado estrechar relaciones con el banquero vasco, que desembarcaba en una tierra incógnita para él y podía valerse de su consejo.
La integración de Banca Cívica en Kutxabank daría lugar a la séptima entidad financiera, con unos activos cercanos a los 150.000 millones, y aseguraría a Pulido y Goñi un puesto de privilegio en el organigrama del nuevo banco. Sin embargo, Mario Fernández, que participó en un foro en Sevilla, dijo ante el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, que cualquier operación en que participe Kutxabank se basará sólo en criterios económicos y no de carácter político.
Ante este aviso, Pulido y Goñi han activado un plan ‘B’, consistente en proponer una fusión alternativa a Ibercaja, la caja aragonesa, aun cuando la entidad resultante sería de menor tamaño y apenas superaría los 115.000 millones de euros.
La progresiva escalada de la morosidad ha colocado la tasa de Banca Cívica por encima de la media del sector y a la entidad le es cada vez más difícil cumplir con las nuevas exigencias de ‘core’ capital impuestas por Bruselas, al tiempo que el Banco de España cuestiona el modelo de banco con copresidentes.