Nayib Mikati, designado este martes nuevo primer ministro del Líbano, se convirtió en el primer político libanés encargado de formar gobierno con el respaldo del movimiento chií Hizbulá y de otros grupos que hasta ahora estaban en la oposición.
Mikati, un empresario multimillonario que fue primer ministro en el 2005, recibió el mandato después de ganar el apoyo de 68 de los 128 parlamentarios, incluidos algunos de ellos que previamente habían votado a favor de su predecesor, Saad Hariri.
Fue el mismo Mikati el que se encargó de dar la noticia después de reunirse este martes con el presidente Michel Suleiman, que desde el día anterior realizaban consultas con los grupos parlamentarios para designar un nuevo primer ministro.
"Mis manos están tendidas a todos los libaneses, musulmanes y cristianos, para construir y no destruir", dijo Mikati.
El nuevo primer ministro, de 55 años, dijo que su llegada al poder "no es la victoria de un grupo ante otro o una victoria de una parte frente a la otra".
"Es una victoria de la moderación ante el radicalismo, de la victoria ante la división, de la reconciliación ante las diferencias, del amor ante los errores", agregó.
A pesar de esas palabras, la elección de Mikati, que ya se anticipaba desde el lunes, desató en las últimas horas manifestaciones en Beirut y otros lugares del país, al temer que su elección como primer ministro implique una claudicación ante Siria e Irán, los países que apoyan financieramente y arman a Hizbulá.
El jefe de este grupo chií, Hasan Nasralá, en un mensaje televisado desde un lugar desconocido y reproducido en una pantalla gigante en el valle oriental de la Bekaa ante miles de seguidores, pidió a los libaneses cooperar con la administración de Mikati.
"Ahora existe una verdadera oportunidad para unirse, sin vencedores ni vencidos, a fin de superar esta etapa", afirmó Nasralá.
El jefe de Hizbulá, ante las sospechas que ha creado la elección de Mikati, calificó como "la mayor falsedad y mentira" acusar al movimiento chií "de querer controlar el país para imponer un proyecto iraní".
Mikati llegó al poder a raíz de una crisis en el Gobierno de unidad de Saad Hariri, formado el 9 de noviembre del 2009, al renunciar los ministros que representaban a la oposición.
Su salida se produjo después de que no fuera atendida su petición para que el Líbano desestimara los trabajos de un tribunal especial apoyado por la ONU que investiga el asesinato de Rafic Hariri, el 14 de febrero del 2005.
El asesinato de Hariri, padre del jefe de Gobierno saliente y una de las principales figuras políticas del país, marcó la reciente historia del Líbano y sigue generando tensiones porque no se han identificado a los autores del crimen.
Informaciones previas filtradas sobre estas investigaciones apuntan a la posibilidad de que en el crimen hayan participado militantes de Hizbulá, pero este grupo ha negado cualquier vinculación y cree que Israel puede estar detrás de ese crimen.
Mientras se cerraban las consultas políticas, manifestaciones espontáneas en distintos puntos de Beirut y de esta capital, que estallaron el lunes por la tarde, cobraban intensidad y se comenzaba a ver acciones violentas.
Importantes vías de comunicación fueron cortadas, como la carretera que une a Beirut con el aeropuerto internacional y la que va desde esta capital hasta el sur del país.
Al menos cuatro personas resultaron heridas en disturbios que se registraron en el barrio beirutí de Wata Musaytbe, en la ciudad septentrional de Trípoli y en el valle de la Bekaa, según informes radiales.
En algunos barrios de esta capital, el Ejército, que se mantuvo desplegado en puntos estratégicos, tuvo que usar gases lacrimógenos para impedir las pedradas de los manifestantes.
Periodistas de varios medios de comunicación, como la cadena qatarí de televisión Al Yazira y otras estaciones locales, fueron objeto de las iras de los manifestantes.
Hariri, en un discurso que pronunció desde su casa poco antes que se confirmara la designación de Mikati, hizo un llamamiento a la calma y pidió evitar un agravamiento de las tensiones que se viven desde las últimas horas.
"Nuestro objetivo es proteger el Estado y no tomar el poder. La nación está por encima de todo, así como la dignidad de los libaneses", afirmó.
"Por favor, proteged la vía democrática, limitad vuestro enojo y que no se amenace la estabilidad del Líbano", recalcó Hariri a sus partidarios.