Hace pocos días fue muy alabada por la derecha mediática y política la convocatoria realizada para concentrar a miles de personas en la ya arquetípica Plaza de Colón. Fue enaltecida la iniciativa de la llamada sociedad civil para concitar en su torno a cuantos quisieron sumarse a una iniciativa legal, convenientemente publicitada y dirigida a frenar los indultos que el gobierno preparaba para los independentistas catalanes. que están cumpliendo condenas y en prisión. Los discursos fueron enérgicos, el público -controvertido entre los 25.000 y los 125.000 asistentes- aleccionó a Díaz Ayuso y Abascal, Arrimadas pasó desapercibida y Casado fue recibido con taurina división de opiniones. Trapiello y Rosa Díez se coronaron como representantes de la sociedad civil. Por encima de los partidos. La sociedad civil había conseguido sus objetivos.
Al cabo de una semana, las tornas cambiaron. Pedro Sánchez ha anunciado los indultos, en un discurso trascendental en el que ha invocado el espíritu de reconciliación, del reencuentro, más que difícil de conseguir. Las posiciones del presidente del gobierno reciben en Barcelona el apoyo de los empresarios catalanes, del presidente de la CEOE -con discrepancias internas- y del episcopado catalán. Sánchez escuchó a la sociedad civil catalana, entre fuertes protestas de los independentistas radicales. Casado radicaliza su postura contra los indultos -los extremos se tocan- e hizo una intervención dura que chocaba con lo dicho en apoyo a la sociedad civil. Adujo que la política era cosa de los políticos del Congreso y el Senado: “Con cuestiones tan importantes como la configuración del Estado o la ruptura de la legalidad en nuestra democracia resulta que tenemos que estar más pendientes de lo que dicen la Conferencia Episcopal, la patronal o los sindicatos”. Era la queja del que desposeía de las atribuciones dadas a la jaleada sociedad civil.
Casado manifiesta que son las Cortes las que deciden. Pero es que el Congreso ya votó el 16 de junio por 190 votos contra la propuesta del PP sobre los indultos. Y lo harían de nuevo si se sometiese a votación de nuevo en el Congreso o el Senado, aunque es competencia del gobierno. Se utiliza a la sociedad civil, según convenga. Tiene un nombre: trilerismo político, mientras se presenta como irreal inminente presidente. El PP concedió 1443 indultos el 2 de diciembre de 2000, con ocasión del Año Santo Jubilar.