Bienestar social vuelve a acaparar la mirada más crítica y menos sensible con los que menos tienen y con los que pagan la burocracia y mala gestión en la que parece estar sumida esta área de un tiempo a esta parte.
Si sus trabajadores, tal y como dimos buena cuenta semanas atrás, trabajan escoltados por policías y a la espera de estar custodiados por un sistema de cámaras de vigilancia dado el nivel de ofuscación que padecen de usuarios, éste nos deja ahora con la noticia -tal y como avanzamos en estas mismas páginas- de que el comedor de la Guardería Infantil Municipal de Micaela Aramburu está cerrado a la espera de un informe que se dilata.
Cierto que el edificio en el que está inmerso este centro escolar sufrió a mediados de mayo un derrumbe de uno de los techos del antiguo Hospital de San Juan de Dios. Pero el tiempo, al igual que las necesidades más básicas no entienden de informes.
Si bien la seguridad es lo primero, no es menos cierto que no se le ha dado una solución ni definitiva ni temporal a que más de medio centenar de menores padezcan la sin razón de un necesario alimento.
Que si bien se le aseguraba con esta atención primodial, un mes y medio se antoja pésima la reconducción del espinoso asunto.
Los problemas se le acumulan a Bienestar Social en un concejalía dirigida a tiempo parcial y que viendo su proceder se pone en seria tela de juicio su polémica gestión de la que debe abandonar por el bien de todos.
