Un seguridad privado y dos Policías Locales van a escoltar a los trabajadores de la concejalía de Bienestar Social en su día a día, en un ambiente que retrata perfectamente cuál es la solución para frenar la avalancha diaria de la ingente de cantidad y calidad, según sus propios empleados, que acoge en sus respuestas sociales.
Lo denunciado en estas mismas páginas en las que el desbordamiento es tal, en las que a la saturación y deficiencias que presenta Bienestar Social, se suman las denuncias en forma de amenazas, insultos y las filtraciones de documentación oficial que debieran ser privadas y no públicas.
Para ello, una nueva comisión investigará todo cuanto viene sucediendo, un tema que se va de las manos y que ha reflejado la magnitud de una cuestión inaudita y del todo deleznable.
Unos trabajadores que se escudan en la oposición y no en sus más directos mandatarios, refleja a las claras que la confianza en que todo se solucione queda casi en manos de la diosa fortuna y no en los que debieran convertirse en los defensores y guardianes de unos funcionarios públicos que frenan como pueden los desmanes prometidos y la irresponsabilidad de unos políticos que ni controlan ni asumen como tal, ante unas acusaciones de las que se deben depurar un compromiso más allá de aglutinar una documentación y un tiempo perdido en el que nada ni nadie asumirá como propias unas faltas que no se pueden ni deben tolerar.