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El Puerto

Dos Puertas Grandes, de distinto peso, en la de rejones de El Puerto

Ficha: Festejo nocturno de rejones. Media plaza. Toros de Fermín Bohórquez, mansos y de poco juego, el mejor el lidiado en sexto lugar. Fermín Bohórquez, vuelta al ruedo y silencio tras dos avisos; Andy Cartagena, orejita en ambos y Diego Ventura, dos orejitas y dos orejas.

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  • FERMÍN BOHORQUEZ -

Esta noche he recordado mi infancia, precisamente cuando galopaba a lomos de los caballos del desgraciadamente desaparecido, como tantas cosas en nuestra localidad, Tiovivo de Mancheño, el cual engrandecía con su elegancia y sobriedad nuestro maltratado Parque Calderón. ¡Qué feliz me sentía a lomos de “Centella”, “Rocinante”, “Rayo”, “Babieca” etc…!; pero el que más recuerdo es un precioso caballo negro en cuya silla de color rojo se podía leer el nombre de “Furia”. Montado sobre este jaco soñaba con galopar entre toros por interminables dehesas o ser rejoneador.

Estos recuerdos han revivido en mi mente gracias a los “sube” y “baja” que ha utilizado hoy Andy Cartagena tras finiquitar a sus dos toros para que el público, tal y como si la Plaza Real se tratara de una portátil instalada en uno de los preciosos pueblos blancos de la serranía gaditana, solicitara en democrática mayoría al Palco las orejas. Consiguiendo de esta manera poco ética para la categoría de nuestra más que centenaria Plaza, cortar una orejita de cada uno, y lo que es más grave, salir a hombros por su Puerta Grande.

También me ha recordado la sevillana de Cantores de Híspalis titulada “El Carrusel de la Alegría” donde se dice “Sube y baja, baja y sube caballito, que llegó la Feria con sus cacharritos”, pero cambiando el final por “que la presidencia saca el pañuelito”.

Bohórquez, último exponente del rejoneo clásico, realizó en su primer enemigo una faena pulcra y elegante más del gusto del aficionado que del público. Sobresalió de la misma un gran par a dos manos dejando llegar hasta el estribo al toro. Lo despenó al segundo rejón de muerte. Dio una vuelta al ruedo.

En el cuarto de la tarde dejó un primer rejón de castigo caído y contrario que no profundizó y un segundo traserito. Cogió un tercer rejón pero tras probar las embestidas del toro desistió en el intento de ponerlo. Con las banderillas, de nuevo cabe resaltar dos pares a dos manos. Muy mal con el rejón de muerte necesitando de ocho pinchazos y un feo descabello sin armarse con la muleta como si de un “vulgar” matarife se tratara. El Palco le perdonó el tercer aviso.

Cartagena ha realizado en sus dos toros una lidia muy efectiva de cara al público pero con muchos “caballazos” de cara al aficionado. El alicantino ha usado más adornos fuera de la cara del toro que perfección ha mostrado al ejecutar las suertes. Ante un público ensimismado con recursos facilones y una doma que da mucho espectáculo logró un triunfo menor como ya he relatado anteriormente.

Diego Ventura recibió a su primer toro sobre “Maletilla”. El cornúpeta demostró tener poca fuerza perdiendo en varias ocasiones las manos. A lomos de “Morante” realizó lo más lucido de su actuación. Este caballo es sin duda la estrella de su maravillosa cuadra, ya que llega fácilmente al público gracias a su valentía y a los mordiscos “anti-cánones” que le pega a los toros. Tras un rejón debió cortar una oreja pero le fueron concedidas las dos.

El sexto de la noche fue el mejor toro del encierro. Cuando Ventura, antes de que se abriera la puerta de toriles, estaba trotando sobre el ruedo calentando a su yegua “Cigarrera”, trinó desde las primeras filas del tendido ocho la voz de un niño dedicándole un precioso fandango. Ventura se dirigió hacia el espontáneo artista brindándole su actuación. En este toro dio muestra de la gran cuadra que posee. Con “Cigarrera” paró y templó las embestidas del toro, clavando un buen rejón de castigo. Luego sacó a “Nazarí” que puso al respetable en pie con su galope a dos pistas, consiguiendo los mejores momentos de la noche clavando banderillas de poder a poder dándole mucha distancia al toro. Sobre “Milagro” ejecutó con brillantez la suerte del violín. Y para colofón de la faena sacó a “Remate” con el cual puso banderillas cortas y mató de un certero rejón. A las manos del caballero de La Puebla fueron a parar dos orejas, esta vez sí merecidas.

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