Hubo que esperar hasta el final de la sesión para encontrarnos con la mejor agrupación de la noche. La vuelta de Kike Remolino a la comparsa con un grupo de experimentados interpretes como Ale de Huelva o Paco Pellejo. Los campaneros, con una espectacular puesta en escena, impresionaron por sus letras, interpretación y música. Apuntando muy alto este regreso de Remolino a la modalidad.
Lo más esperado de la noche era la chirigota del Canijo que más bien parece una comparsa. Buenas letras, mejor interpretación y música inmejorable de la mano de Jesús Bienvenido, pero pocas gracias.
Dejaron el foam de un lado y trajeron a unos gitanos carnavaleros que interpretaron buenos pasodobles, el primero de piropo a Cádiz y el segundo homenaje a Don Adolfo, al querido Manolo Cornejo. Quizás uno de los mejores pasodobles dedicados a él. Los cuplés no fueron gran cosa, destacando más el estribillo, parecido al del año pasado. El popurrí si logró arrancar más carcajadas.
Abrió sesión el coro de Alejandro Ariza que no consigue superar los problemas de afinación que llevan arrastrando desde sus comienzos. La interpretación tampoco ayudó al desarrollo de la idea que quería llevar a cabo el coro.
Destacó la comparsa de Pepito Martínez con un llamativo tipo. Representaban al fuego. El fuego que está en cada una de las pasiones que despierta la ciudad de Cádiz. Sonaron potente pero sin estridencias estos incontrolables que el año pasado no consiguieron el pase a semifinales. Tema que se trató en el primer pasodoble. Dijeron volver a pesar de la decepción que se llevaron en 2017.