La despedida de las piscinas del estadounidense Michael Phelps marcó un antes y un después en la historia de la natación, en un año 2016, que consagró a Mireia Belmonte como la mejor nadadora española de todos los tiempos.
Veinticuatro años después del triunfo de Martín López Zubero en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, Mireia Belmonte hizo volver a sonar el himno español en una piscina olímpica, tras colgarse el oro en Río en la final de los 200 mariposa.
Un triunfo que cobra todavía más importancia, si cabe, para la natación española, ya que es el primero logrado por un nadador formado y entrenado íntegramente en España.
Medalla de oro que completa, por el momento, el excepcional palmarés de Mireia Belmonte, que contabiliza un total de cuatro metales olímpicos, tras sumar en Río además del oro en los 200 mariposa un bronce en los 400 estilos, que añadir a las dos platas que logró en los Juegos de Londres.
Registros que palidecen ante la magnitud de los logros del estadounidense Michael Phelps, que puso fin a su carrera deportiva tras colgarse seis nuevas medallas, cinco de ellas de oro, en los Juegos Olímpicos de Río.
Una deslumbrante cosecha que agigantó la leyenda del "tiburón de Baltimore", el deportista más laureado en la historia de los Juegos con un total de veintiocho metales -23 oros, 3 platas y 2 bronces-.
No importa si Phelps no pudo colgarse el oro en cada una de sus seis pruebas en Río o sí debió conformarse con la medalla de plata en los 100 mariposa, una de sus pruebas favoritas, superado por el joven singapurés Joseph Schooling. Una medalla más o menos no va a cuestionar su condición de mejor nadador de todos los tiempos.
Pero el norteamericano sí necesitaba asumir conscientemente el final de una etapa, dar convencido su última brazada. Phelps no quería volver a cerrar en falso su carrera, tal y como ocurrió tras los Juegos de Londres a los que acudió por pura rutina, empujado por el miedo a dejar el deporte que había dado sentido a su vida.
Un vacío que no lograron llenar ni las seis medallas que logró en la capital británica, una desazón que le llevó tras la cita olímpica al borde de la depresión, a caer en una espiral de autodestrucción, que tocó su punto más bajo al ser detenido en septiembre de 2014 por conducir bajo los efectos del alcohol.
Obligado a acudir a rehabilitación, Michael Phelps reencontró en el desierto de Arizona no sólo las ganas de reconducir su vida, sino la motivación para volver a competir, para luchar por estar en sus quintos Juegos, consciente, ahora sí, de que quería decir adiós luchando de nuevo por el oro en una final olímpica.
Un objetivo que logró y con creces en Río el estadounidense, tras colgarse no sólo un nuevo oro en Río, sino cinco. Triunfos que Phelps disfrutó como nunca, acompañado desde las gradas del estadio acuático de la ciudad brasileña por su hijo Boomer, de apenas tres meses, y su prometida, ya esposa, Nicole Johnson.
Los dos principales motivos que propiciaron el resurgimiento de un Michael Phelps, que ahora sí tiene una razón para ceder la corona de gran estrella de la natación mundial.
Un trono que parece dispuesta a ocupar su compatriota Katie Ledecky, que acumula ya seis medallas olímpicas, gracias a los cuatro oros y la plata logrados en la piscina del Estadio Acuático de Río de Janeiro.
Botín que permitió a demás a la norteamericana, de tan sólo 18 años, la gesta protagonizada por su compatriota Debbie Meyer en los Juegos de Mexico 1968, tras colgarse el oro en las pruebas de 200, 400 y 800 libre.
Victorias que atestiguan la versatilidad de una nadadora capaz tanto de enfrentarse de tú a tú con las mejores velocistas, como demostró en la final del relevo 4x100 libre, como de pulverizar el récord de los 800 libre, tras colgarse en Río la medalla de oro con un tiempo de 8:04.79
Incontestables éxitos que permitieron a Ledecky coronarse como reina de Río por delante de la húngara Katinka Hosszu, que tuvo que "conformarse" con tres oros -200 y 400 estilos y 100 espalda- además de una plata -200 espalda-
Medallas que no aplacaron el hambre de victorias de la "dama de hierro", que no pese a su excepcional paso por Río, no rebajó su agotador calendario de competición, brillando como nadie en la Copa del Mundo y, sobre todo, en los Mundiales de piscina corta, en los que la magiar se colgó nueve medallas, siete de ellas de oro.