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El fútbol chileno avergüenza fuera y dentro de la cancha

Cuchillos, puntales de los pórticos, butacas, bengalas, trozos de hierro con puntas dentadas, cámaras robadas a fotógrafos y camarógrafos e incluso las astas de los banderines del córner sirvieron de armas a los contendientes de un episodio que sirvió para que, sin jugar, el Colo Colo se coronara ca

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  • violencia en el fútbol chileno -

El fútbol chileno se ha sumido en un pozo de vergüenza que como aureola oprobiosa lo rodea fuera y dentro de la cancha, aunque la mayoría de sus componentes, principalmente jugadores y dirigentes, parecen no darse cuenta de nada.

Tampoco la policía, que tardó quince minutos en irrumpir este domingo en la cancha del estadio "Elías Figueroa", de Valparaíso, donde cientos de forofos del Santiago Wanderers y el Colo Colo peleaban ante la mirada atónita de los jugadores de ambos clubes, que debían enfrentarse en la última jornada del Apertura 2015-2016.

Cuchillos, puntales de los pórticos, butacas, bengalas, trozos de hierro con puntas dentadas, cámaras robadas a fotógrafos y camarógrafos e incluso las astas de los banderines del córner sirvieron de armas a los contendientes de un episodio que sirvió para que, sin jugar, el Colo Colo se coronara campeón.


La escena fue precedida por otros enfrentamientos en pleno centro de Valparaíso, que dejaron heridos y vehículos destruidos, pero nadie hizo nada para prevenir lo que ocurrió después en el estadio.

El partido se programó de forma simultánea con el que jugaron en Santiago el Audax Italiano y la Universidad Católica, que sumaba 32 puntos contra 33 de los albos, por lo que el título estaba en juego.

El Audax Italiano ganó por 1-0 a la UC y el Colo Colo fue campeón sin jugar, aunque oficialmente se dijo que el partido se disputará, sin público, este miércoles, para completar la estadística de un torneo de apenas quince jornadas, quizás el más breve del mundo.

Con cada jornada disputándose a lo largo de tres o cuatro días, el torneo se matizó con hechos como la prohibición al San Luis y al Deportes Iquique de jugar en sus ciudades los partidos contra Colo Colo y la Universidad de Chile, respectivamente.

Los incidentes del domingo, que se saldaron con 30 heridos y apenas doce detenidos, mientras los responsables se achacaban mutuamente la responsabilidad de lo sucedido, reflejan la realidad del fútbol profesional en Chile, pero nadie lo asume como una lección.

Apenas se informaron de la derrota de la UC, los jugadores del Colo Colo corrieron al campo del estadio de Valparaíso, donde aún había algo de público, para festejar el título.

"Hay que separar lo que pasó hoy con lo hecho por nosotros en la cancha", comentó el técnico de los albos, José Luis Sierra. "Nadie nos regaló nada", acotó el delantero Esteban Paredes. Para el centrocampista Jaime Valdés, "esto no empaña nuestra felicidad".

Los jugadores entonaron además consignas y cánticos hirientes contra la Universidad de Chile y la Universidad Católica, al mejor estilo de las barras bravas y el presidente del club, Aníbal Mosa, ironizó con la negativa de los dirigentes de la ANFP (Asociación Nacional de Fútbol Profesional) a entregarles la Copa en el mismo estadio.

Las normas del fútbol chileno, que este año disfrutó de las hazañas de la selección, que ganó la Copa América y es quinta en el ránking FIFA, no contemplan castigos a los clubes cuyas barras causen desmanes.

Luis Larraín, presidente del Universidad Católica, reclamaba hoy que si los dos partidos debían jugarse simultáneamente, el de su equipo con el Audax Italiano no debió comenzar, pero admitió que tras la derrota de la UC, cualquier reclamación será inútil.

La ANFP, cuyo expresidente, Sergio Jadue, está enjuiciado en Estados Unidos por su implicación en el escándalo de corrupción de la Fifa y la Conmebol, emitió una declaración condenando los hechos y en la que anuncia una reunión extraordinaria el 17 de diciembre para analizar lo ocurrido.

"La ANFP reitera su voluntad de mantener su trabajo conjunto con las autoridades gubernamentales en la promoción de nuevos planes, medidas y leyes que de una vez por todas terminen con estos grupos de delincuentes en los recintos deportivos", dice el texto, redactado por dirigentes que el 4 de enero serán reemplazados por otros, tras verse arrastrados por el caso Jadue.

Este último se entregó a la justicia estadounidense y se confesó culpable de recibir sobornos de la empresa Datisa por los derechos de transmisión de la Copa América hasta 2023, dinero que mantenía en las Islas Vírgenes, aunque en Chile también es investigado por lavado de activos.

El gobierno también es blanco de críticas, por el fracaso del llamado "plan estadio seguro", que tras varios años de aplicación no ha logrado nada para terminar con la violencia, con medidas como la prohibición de bombos en las gradas, detectores de metales en las entradas y la retirada de Carabineros desde el interior de los estadios para vigilar solamente el perímetro de los mismos.

Esta última medida fue corregida hoy lunes en una reunión que encabezó el ministro del Interior, Jorge Burgos, en La Moneda, en la que se acordó "la presencia preventiva de Carabineros al interior de los estadios como medida excepcional y temporal".

El mismo domingo, el subsecretario de Prevención del Delito había anunciado que en adelante todos los partidos "complejos" se jugarían sin público y hoy añadió que sólo podrán entrar a los estadios quienes estén anotados "en el registro nacional de hinchas".

José Roa, responsable del plan "Estadio Seguro", descartó renunciar, como demandan políticos de oposición, mientras el general de Carabineros Víctor Herrera anunció que la institución "evaluará sus estrategias" para enfrentar incidentes.

Frases, anuncios y afirmaciones que se repiten cada tanto desde hace años, pero nada cambia.

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