Dicen que a veces más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Nadie puede negar que cuando la actual directiva se vio obligada a levantarse de una silla que calentaban y calentaban, llevándoselo calentito sin hacer casi nada, la afición celebró un acto victorioso por el bien del baloncesto sevillano. Pero lo de ahora es de traca.
El “ilusionante” proyecto de un inversor americano, capitaneado por el mítico Galilea y con los mandos de un técnico que no es ni entrenador, deja muchísimo que desear. Más allá de los nefastos resultados, que por supuesto lo es todo en cualquier tipo de disciplina deportiva, el club comienza a dar una sensación al exterior de lo que catalogarían por Cádiz como una auténtica chirigota.
Sin esquemas, sin espíritu sevillano, sin una plantilla que ilusione tras un gran año con don Aíto, sin alma, deambula un tal Baloncesto Sevilla por las canchas de España. Se puede entender que sólo son cinco jornadas las que a fecha de hoy se han disputado, pero con algo hay que ilusionar y de ese algo parece no tener el grupo inversor americano.
El hecho de que el principal técnico deba actuar de tercero en cada partido ya es de chiste, pero más lastimoso es que el director general ratifique a su tercero “hasta final de temporada”. Así pretenderán sevillanizar un club que hoy avergüenza a su afición.