La
escasez de aceite de girasol -algunas cadenas de supermercados en España han empezado a limitar su venta-, provocada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia,
se ha convertido en un elemento de repercusión en los precios del aceite de oliva. La incertidumbre es
cuánto y cómo tirarán al alza de los valores del ‘oro líquido’, que viven un buen momento desde el verano de 2020.
Organizaciones agrarias como Asaja en Córdoba señalan que será la
oferta y la
demanda quien determine lo que sucederá con los precios aunque todo apunta a una subida. Sin embargo,
la invasión de Ucrania no es el único factor influyente en la cotización del aceite de oliva. La climatología no es la mejor para la próxima campaña y eso influirá en el precio.
Por tanto se ha abierto un
escenario de duración incierta en el que la crisis del girasol durará porque más allá del periodo de tiempo en el que se extienda la guerra, el conflicto se prolongará por bloqueos y sanciones comerciales.
De ahí que la clave esté en cuánto tardarán en llegar otras grasas sustitutivas.