Las últimas elecciones municipales en Conil provocaron un cambio en la composición del gobierno municipal. Tres partidos se unieron con dos objetivos en común: Desalojar del gobierno a IU y repartirse los cargos y las concejalías con buenos sueldos y con más asesores que ha habido en el Ayuntamiento de Conil, en toda su historia.
En el imaginario colectivo, la palabra cambio se interpreta de manera positiva. Cuando alguien apela al cambio, en una campaña electoral, está instalando en las mentes de los electores y electoras el mensaje de que es necesario cambiar para que todo vaya mejor, pues en nuestro pueblo, hasta el momento, después de un año y ocho meses de la toma de posesión del tripartito, las actuaciones son enteramente negativas, tanto en la prestación de los servicios públicos municipales (recogida de residuos y limpieza viaria , mantenimiento de espacios verdes y jardines, etc..) como en las actividades culturales y de ocio y la paralización de obras ya iniciadas, así como la parada de la administración y de la hacienda municipal. Todo ello, sin una mínima participación ciudadana, anulando los mecanismos creados por el equipo de gobierno anterior (presupuestos participativos, consejos locales, participación en la empresa pública municipal de vivienda y suelo (Rosam)..). La sensación de una mayoría de la ciudadanía es de retroceso, como si estuviéramos repitiendo fases del desarrollo local ya superadas, como si el “día de la marmota” se repitiera constantemente.
La poetisa Gabriela mistral confesaba “Dame señor la fuerza de las olas del mar, que hacen de cada retroceso un nuevo punto de partida.” El punto de partida de este equipo de gobierno es un punto muerto. No se vislumbra un movimiento de cambio real. Celebran con ruedas o notas de prensa victorias pírricas o normalizar lo que venía siendo normal desde hace décadas. El problema de un equipo de gobierno miope es que solo piensa, en justificar su negativa acción de gobierno culpando a los anteriores. Ya es patético, la dimisión de una concejala del gobierno por criticar severamente a la alcaldesa, y como su compañero de partido, solo muestra solidaridad con su bolsillo, quedándose anclado en la poltrona que buen sueldo le procura. La honestidad y la ética hace tiempo que se esfumaron por una alcantarilla. Desgraciadamente, siempre el bolsillo.
Mientras tanto, ¿Quién piensa en el Conil del presente y del futuro?, ¿Quien piensa en los retos que tiene planteado nuestro pueblo? ¿De que vamos a comer, de que vamos a vivir? ¿Dónde van a vivir los que no tienen vivienda? ¿A dónde nos lleva el modelo productivo actual? ¿Que piensa la juventud? ¿A dónde va Conil? Si no son capaces de aprobar un presupuesto, o consideran una gran victoria que el interventor municipal trabaje todos los días de la semana, o que la Oficina Técnica de urbanismo solo este a disposición de la ciudadanía los miércoles durante tres horas… ¿Cómo van a tener una reflexión estratégica sobre el futuro de Conil?
Pero, la oposición municipal de izquierdas, no piense que su estrategia política debe ser sentarse para ver pasar el cadáver de su enemigo, ni piense que estos cuatro años es solo un accidente o paréntesis, volviendo por gracia divina o de un candidato con carisma al gobierno. Se equivoca si no es consciente, que ya no está en el gobierno, sino que es oposición y debe actuar como tal: Controlando al equipo de gobierno, presentando propuestas y alternativas a los problemas del pueblo y participadas por este, siendo el altavoz de la ciudadanía en la institución municipal y movilizando e informando al pueblo. Julio Anguita decía que “La política es la ciencia y el arte de proponer un modelo a la sociedad como ella quiere.” Actualizar, sin perder la esencia, el modelo de los 28 años de gobierno de izquierda en Conil es una necesidad, para volver a tener la confianza mayoritaria de la sociedad conileña.