El tiempo en: Chiclana

CinemaScope

Infancia y adoctrinamiento

'Jojo Rabbit' ofrece una peculiar revisión de la Alemania nazi a través de los ojos de un niño sacudido por la realidad que le rodea

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Ha coincidido el debate nacional en torno al “pin parental” con el estreno de Jojo Rabbit, una película en la que infancia y adoctrinamiento forman la esencia de su estructura narrativa: la infancia, a partir de su reivindicación como territorio inviolable, y el adoctrinamiento desde la burla. Su ejemplo -la experiencia de un niño de 10 años bajo el Tercer Reich- excede nuestro contexto particular, aunque no así las reflexiones que suscita su metraje y ante las que, por supuesto, nadie se dará por aludido, a uno y otro lado. Cuestión de extremos.

El filme propone una revisión de la Alemania nazi a través de los ojos de un niño sacudido y vencido por la realidad que le rodea, una vez arrebatadas las ilusiones y fantasías propias de su edad, que a su vez habían sido sustituidas por la ansiada gloria que inspiraban los discursos y mensajes del führer, hasta el punto de convertir a Hitler en su amigo imaginario, a falta de la figura paterna.

Su director, el neozelandés Taika Waititi, explora ambos conceptos, el del adoctrinamiento y el de la infancia, desde una rebuscada originalidad que le hace abordar el primero con cierto aire de comedia gamberra y el segundo con un progresivo agriamiento dramático. El resultado es más que aceptable, aunque no del todo equilibrado, ya que la originalidad procede en muchos casos del texto -la película adapta la novela El cielo enjaulado, de Christine Leunens- y no tanto de una puesta en escena que remite -ya está dicho, pero es inevitable- al universo de Wes Anderson y al de El niño del pijama de rayas.

Hay, en cualquier caso, numerosos aciertos en la apuesta de Waititi, tanto en la utilización del humor -el único arma capaz de desestabilizar a dictadores y tiranos-, como en la escritura visual de algunas secuencias -la fijación por los zapatos de la madre no hacen sino subrayar un momento decisivo de la historia-, y, por supuesto, cuenta como gran aliado con un extraordinario debutante, el niño Roman Griffin Davis, capaz de sostener con sus gestos y su aplomo los momentos más delirantes y los más terroríficos, cuando descubre que no sólo quieren birlarle la infancia, sino también su libertad.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN