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La Carihuela, gloria marinera de Torremolinos

Debido a la riqueza marina de las aguas de Torremolinos, pescadores de distintas localidades malagueñas se acercaban a faenar a esta parte de la costa. Con el tiempo, muchos de aquellos curtidos lobos de mar se establecieron en La Carihuela, engrosando el pequeño núcleo de población existente.

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Hace siglos, los pescadores de las no muy lejanas poblaciones de Churriana, Los Boliches, Torre del Mar, Velez Málaga y otras localidades malagueñas, venían a faenar con cierta frecuencia al litoral de Torremolinos, debido a la abundancia de pesca de sus casi vírgenes aguas. Con el tiempo, hacia finales del siglo XVIII, muchos de aquellos curtidos lobos de mar, vista la riqueza marina del lugar, optaron por quedarse a vivir definitivamente en este paraíso costero. Se establecieron, pues, a lo largo de las arenas del humilde barrio de pescadores, engrosando el pequeño núcleo de población o asentamiento que indudablemente existía desde tiempos inmemoriales, pues se evidencia que los primeros pobladores vivían o se refugiaban preferentemente en las proximidades del mar, como se detecta en Torremolinos por las cuevas de su acantilado, oquedades que actualmente son importante materia de estudio por los eruditos. Disfrutando de benigno clima y sol abundante el lugar que después se llamó Torremolinos, y siendo rico al menos en pesca y agua dulce procedente de los manantiales que se estiman entre los más copiosos de la Península, no extraña que el suelo torremolinense haya sido uno de los pioneros de la ocupación humana.

Se sospecha que tuvo que haber sido en la época árabe cuando se le dio al poblado pesquero el nombre de “La Carihuela”. En efecto, “carihuela” es vocablo árabe que engloba los términos “cari” (zarzamora) y “huello” o “huelo” (camino o senda habitual). Una “carihuela” sería, pues, un “camino abierto entre zarzamoras”. En los tiempos a los que aludimos, Torremolinos constaba básicamente de tres núcleos de población, a saber, el harinero, que vivía en los molinos y sus aledaños; el hortelano o labriego, que ocupaba una zona de El Calvario, muchos de cuyos habitantes se desplazaban a trabajar como asalariados a campos muy alejados de sus viviendas, y el pesquero, ubicado en la playa de La Carihuela. Es de suponer que también existiría algún pequeño núcleo de pescadores en el litoral de Playamar.

En el caso de nuestro poblado pesquero por excelencia, La Carihuela, es patente que quienes vivían de la pesca se obligaban a subir desde la playa hasta el núcleo de población harinero e incluso hasta el hortelano para vender sus productos, aunque también pudiera ser que los vecinos de las zonas de arriba bajasen a aprovisionarse de pescado a la misma playa. En ambos casos, es indudable que unos y otros vecinos transitarían por alguna vereda zigzagueante que, lógicamente, en los primeros tiempos, se habría abierto entre la maleza, seguramente consistente en zarzales, pues no se conciben las escarpaduras o declives del terreno, sean costeros o de interior, sin estar cubiertos de tosca vegetación. Son precisamente esas veredas zigzagueantes entre la maleza las que se opina que los árabes conocían como “carihuelas” o “carigüelas”. De ahí vendría la denominación de “La Carihuela” dado al barrio de pescadores de Torremolinos.

Curiosamente, en las Alpujarras granadinas aún hay abuelos que recuerdan que sus antepasados llamaban “carigüelas” a los viejos senderos llenos de zarzas. Y curiosamente también, en el pueblo Granadino de Píñar se encuentra la famosa cueva prehistórica de “La Carigüela” (que muchas veces aparece escrito como “La Carihuela”), una de las más importantes de la Península, a la cual se accedía por rudos caminos de matorral.

Sea como fuere, nuestra torremolinense Carihuela se ha convertido en el barrio internacional del “pescaíto”, aunque más que barrio, debiéramos decir “reino”, pues La Carihuela es reina del “pescaíto”, gracioso vocablo éste que se originó precisamente aquí, cuando en pleno corazón del siglo veinte los carihueleños obsequiaban a los turistas, bajo los rústicos chambaos, con la típica tapa de fritura marinera que dieron en llamar “pescaíto”. Hoy La Carihuela es la suprema autoridad de los marineros restaurantes y chiringuitos, la gran “pata negra del jamón del mar”. La Carihuela suena a “pescaíto”, sabe a “pescaíto”, huele a “pescaíto”. Las glorias pesqueras de La Carihuela alborozan las mesas de FITUR y de las provincias españolas a las que alcanza la promoción turística de Torremolinos. El “pescaíto” de La Carihuela se mezcla con el recuerdo de las playas de Torremolinos en las mentes, en los corazones y en la añoranza de los millones de visitantes que regresan a sus lugares de origen después de pasar inolvidables días en Torremolinos, días de vino, rosas y amor… Muchos de ellos tal vez regresen y anclen aquí su barco para siempre.

 

 

PLAYA DE LA CARIHUELA

 

 

Quiero ser niño en tu suave arena,

 

playa sin par de La Carihuela,

 

ser de tus olas la blanca estela

 

que alegre besa tu tez morena.

 

 

Quiero en tu mar apagar mi pena

 

que, del amor, con tesón recela;

 

gaviota ser que, expectante, anhela

 

sobre tu brisa volar serena.

 

 

Sal de tristeza que se disuelve,

 

mi corazón a tu sol se eleva;

 

quiero sentir que tu amor me envuelve,

 

 

ver que mi pena tu mar se lleva

 

-igual que el barco que ya no vuelve-

 

y comenzar una vida nueva.

 

 

(Soneto de Jesús Antonio San Martín,  de su libro “Torremolinos, mi sol, mi amor”)

 

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