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El 'affaire' Ponferrada

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Lo ocurrido en este enclave leonés, en mi sentir, no es simplemente una anécdota: pasa al nivel de categoría, porque muestra en forma nítida el grado de discordancia en la actual cúpula socialista y cómo los intereses bastardos priman sobre los principios que deberían permanecer intactos, inmutables. A mi recuerdo llegan las palabras de Groucho Marx: “éstos son mis principios; pero si no le gustan, tengo otros”. Porque si hay un lema que se pueda situar en el frontispicio del credo socialista es el de la igualdad y defensa de la mujer. Y tal lema ha quedado cuestionado y maltrecho en esta ocasión.


He aquí los hechos. Ponferrada es un importante municipio de León, con 70.000 habitantes, capital de la comarca del Bierzo. Debe su nombre al puente con barandillas de hierro (Pons ferrato) construido sobre el Sil en el siglo XI para facilitar el acceso de los peregrinos al sepulcro de Santiago el Mayor. Es un ayuntamiento apetitoso por el que pugnan los partidos políticos, y estaba gobernado por el PP, siendo Carlos López su alcalde. Lo hacía con mayoría simple, merced a la abstención de un Partido independiente capitaneado por Ismael Álvarez, un ex alcalde que había sido condenado en 2002 por acoso sexual en la persona de Nevenka Fernández.


En este contexto, se tramó una maniobra para apear al PP del gobierno municipal de Ponferrada; su muñidor (o al menos el que la bendijo) fue Oscar López, secretario de Organización, tercera figura de la cúpula socialista federal.


El grupo municipal del PSOE presentó una moción de censura, apoyada por los concejales independientes, con Ismael Álvarez a la cabeza, dando paso -tras la caída del primer edil pepero- al nombramiento de un alcalde del PSOE, Samuel Folgueral. En principio todo parecía marchar sobre ruedas, mas pronto Carmen Chacón mostró su rechazo. Eso encendió la oposición de no pocos detractores, y Alfredo Pérez Rubalcaba  se vio obligado a desautorizar la susodicha moción, conminando Folgueral a abandonar la alcaldía o dejar el PSOE. Folgueral se ha decantado por esta última opción, y lo mismo han hecho los siete restantes concejales: importan menos los principios que la mamandurria. La maniobra del PSOE me recuerda lo ocurrido en Benidorm. En aquella ocasión, el exilio de los disidentes apenas duró un año…


Las reacciones no se han hecho esperar. Quizá la más llamativa por su radicalidad ha sido hasta el momento la de Javier Solana, prestigioso socialista en España y Europa, quien critica el error cometido y aconseja a Rubalcaba la dimisión y puesta en marcha de los mecanismos para su relevo. Tomás Gómez ha expresado pena por ver a Alfredo tan expuesto. Griñán pide explicaciones a Rubalcaba. Oscar López ha asumido su error (y puesto su cargo a disposición del partido), pero se felicita al haber conseguido el objetivo de eliminar a Ismael Álvarez, el acosador, del Ayuntamiento. Mas sus objetores le preguntan: si de verdad ése era el principal objetivo de Oscar, ¿por qué no dimitió Ismael antes de la votación de la moción de censura?


En conclusión: falta de liderazgo, desunión, medro y descrédito.

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