La alianza entre dos empresas vinculadas con el cultivo de cannabis medicinal, una con origen en Países Bajos y otra española, abastece semanalmente al Banco de Alimentos de Córdoba de alimentos ecológicos de huerta para su distribución entre personas con dificultades económicas.
Desde abril pasado, más de cincuenta toneladas de productos de temporada han llegado al Banco de Alimentos de Córdoba, "lo mejor que entra es lo que se recoge aquí”, en opinión de Francisco Ruiz Muñoz, voluntario de esta organización desde el 2008 que esta mañana de noviembre ha cargado la furgoneta en Montalbán de col china, lechuga y rabanilla para llevarla hasta Córdoba para su distribución.
A sus 78 años, "esto es un alimento" para su vida de jubilado, dice a EFE, recordando a su hija, "que ya no está aquí", que le buscó el voluntariado para mantenerse ocupado porque "había estado con mucho movimiento" en su etapa laboral durante medio siglo en una empresa de transporte de Córdoba.
Las tres hortalizas que en unas horas acabarán en manos de personas necesitadas han sido recolectadas en una de las dos parcelas que componen la explotación de agricultura ecológica que gestiona la empresa cordobesa Agropharm Projects, dedicada al diseño, ejecución y puesta en marcha de instalaciones de cultivo de cannabis medicinal, en la carretera que va a Montilla desde Montalbán, a la vista desde el altozano donde se levanta el pueblo.
Agropharm Projects es el socio local que lleva a cabo el encargo de CANNA, una empresa de fertilizantes con origen en Países Bajos, que lo encuadra en su responsabilidad social corporativa y que decidió acometer dos experiencias de este tipo en España. La otra también es de agricultura ecológica y se desarrolla en Palencia por la biotecnológica Castilla Bio Lab.
A CANNA, Agropharm Projects y Castilla Bio Lab les une el tratamiento del cáñamo como especie vegetal y sus aprovechamientos industriales.
Para Rafael Rey, director de Proyectos y Ventas de Agropharm Projects, se trata de una oportunidad para "contribuir a mejorar nuestro entorno" con un proyecto que llevaban tiempo deseando desarrollar.
Genaro Domínguez es uno de los responsables de la explotación, cuyo objetivo es sacarle "el mayor rendimiento al suelo que se pueda".
Para ello, sobre los 14.000 metros cuadrados de las dos parcelas alquiladas, se rotan calabacines, pepinos, melones, sandías, cebollas, berenjenas, pimientos, lechugas, coles, coliflores y brócolis, entre otros cultivos, "según la temporada, se van sembrado una cosa u otra", explica a Efe.
Aunque "no estábamos obligados a cultivar en ecológico, hemos pensado que es mejor" y por eso se aplican técnicas de este tipo de agricultura, aunque no esté certificada, como el uso de setos perimetrales con hierbas aromáticas, entre ellas el hinojo y la albahaca, para evitar la aparición las plagas, y repelentes naturales extraídos de la misma huerta, como el jugo de guindilla, para ahuyentar los conejos y los caracoles.
La explotación cuenta con una nave de casi 3.000 metros cuadrados, cedida por Alfonso Blanco y su familia, antes dedicada al tratamiento y manipulación del ajo, producto principal de la zona, un cultivo cuya cosecha de este año está en duda por la declaración de la situación excepcional por sequía extraordinaria realizada por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. una decisión que también puede afectar a la futura producción de esta huerta porque el agua para su riego procede del canal del Genil-Cabra.
Es por ello que Genaro Domínguez no quiere hacer un cálculo de la producción futura. "Si lo hubiéramos hecho y ahora llega la sequía, nos estaríamos equivocando", sentencia, porque "en el campo no existen las matemáticas".
Hay picos de kilos, con el melón y la sandía en agosto, pero en esta época hay más cantidad de alimentos, con la lechuga, por ejemplo. En plena producción, en la actualidad hay lechuga, col china y cogollo; pimientos y berenjenas, todavía cosecha; ajo recién sembrados, próxima está la siembra de la cebolla y prevé continuar con la lechuga "si se puede", matiza.
Juan Manuel Pachón Poyato es la otra persona que se ocupa de la explotación. Asume las funciones de asesor técnico y se dedica a la gestión ecológica, algo que para él no es nada nuevo ya que, aparte de formar parte de la quinta generación de horticultores de su familia, fue pionero en este tipo de cultivo.
Desde su perspectiva, relata a Efe, "visto desde una base antropológica, nuestra salud depende de nuestros alimentos" y "tomar productos que no lleve ningún tipo de producto es beneficio para nuestro organismo", por lo que facilitar semanalmente productos ecológicos a personas necesitadas, además de un "proyecto pionero", es "una iniciativa espectacular", subraya.
"Las personas que nos hemos dedicado a la agricultura ecológica, sabemos que cuesta mucho arrancarle a la tierra, pero esta decisión de donar toda la producción al Banco de Alimentos y que la gente pueda disfrutar de estos alimentos saludables es socialmente es algo único", concluye.