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Martes 16/04/2024  

Una feminista en la cocina

No llegar muerto a la muerte

La inmortalidad debe ser un rollo con hedor a ropa olvidada en la pileta por años, quizás pútrida y deforme

Publicado: 03/02/2023 ·
09:33
· Actualizado: 03/02/2023 · 15:34
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Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Calavera portuguesa en la playa de Los Caños de Meca.


No hay cadáver bonito, ni muerto contento. No te explican cuando naces cómo va a ser el resto de tu vida, ni cuándo caduca ese contrato que nunca firmaste. Así que a base de decepciones, nos volvemos conformistas por mucho que hayamos caído en rebeldía. Y hasta el más renuente, cede al imperio de los lastres, las impotencias y las frustraciones que te da la edad. Quién diga que no, miente. Hasta la mejor vida, si es demasiado larga, cansa. La inmortalidad debe ser un rollo con hedor a ropa olvidada en la pileta por años, quizás pútrida y deforme. Puede que sin utilidad, ni razón de ser alguna. La vida de vivirse, desgasta su propia esencia y se consume a sí misma, deshilachándose.

Nacemos por imperativo aleatorio y nos vamos del mismo modo, como las hormigas, los sapos y los cuervos. El ser especie dominante del Planeta no nos vale para erradicar la pobreza, ni el hambre, ni la miseria. Solo para ver realitys y calentarnos la cabeza trabajando para volver a girar la rueda al día siguiente. La muerte es una consecuencia de vivir, de amar, de pelear y de enfadarte. De ir a partidos gloriosos y otros desastrosos donde terminan llorando tus hijos. De meterte en Política o no poder verla. De tener cientos de hijos o ninguno. De amar hasta la extenuación o de no quererte a ti mismo asqueándote la imagen que te devuelve el espejo.

Que seas un cadáver bonito no es más que prodigio de embalsamadores certeros. Sin embargo, que mueras después de vivir la vida, solo es cosa tuya. No vamos a estar contentos cuando la cláusula final llegue a su conclusión porque nuestra voluntad se la pasaron por el forro el Destino y otras necedades adyacentes. Siempre se la pasan en cuestiones importantes. Contentos ya les digo que no, porque nadie está conforme cuando las cosas se acaban. Lo de bonitos dependerá del seguro funerario que hayan podido pagarse y de la gravedad del lance. Pero vamos, que para lo que importa. Los que hayamos corrido vidas, que nos reclamen lo gastado. Que sonreiremos en un perfecto rigor mortis con un dedo haciéndoles la peineta.

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