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Arcos

De un poeta que llega al corazón

La presentación del libro de Pedro Sevilla ‘Para cuando volvamos. Poesía completa. 1992-2018’ fue un acertadísimo estudio de María Jesús Ortega sobre el autor

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  • Pedro Sevilla, flanqueado por el delegado de Cultura y su presentadora, fue sujeto de un perfecto estudio por parte de María Jesús Ortega, una experta en su obra. -

Si el poeta, como la propia poesía, es un ser vivo en continua evolución, merece la pena sintetizar su obra cuando ésta ha adquirido la madurez que da el irreverente paso del tiempo y la experiencia de vivirlo. La obra poética del escritor arcense Pedro Sevilla alcanza ya treinta años; tres décadas que abarcan el paso de la juventud a la “entrada en años” y que, toda junta, reúne los versos comprendidos entre su ‘Septiembre negro’ de 1992  y ‘Serán ceniza’ de 2016. Pero, para alegría del lector incondicional del poeta, ‘Para cuando volvamos. Poesía completa. 1992-2018’ (Ed. Renacimiento. Sevilla, 2018) viene a recordar que su autor está más vivo que nunca al aportar algunos poemas no inéditos pero no publicados en libro alguno.
Resumir treinta años de poesía en poco más de media hora, y hacerlo con la certeza que el poeta merece, solo podía hacerlo alguien que, por amistad y oficio, conociera de las andanzas del muchacho de la ‘Casa de Cemento’... La profesora de literatura, escritora y poeta de condición María Jesús Ortega hizo de la presentación de ‘Para cuando volvamos’ un auténtico estudio; en primer lugar, de los temas que inspiran la obra de su admirado amigo.

La excomponente del grupo literario Calima comenzó desde el escenario del teatro municipal Olivares Veas refiriéndose a Pedro Sevilla como  “El poeta de las pequeñas cosas”, para presentar su nuevo libro como una especie de “borrón y cuenta nueva” en una trayectoria marcada por un trabajo que ha dado como fruto “una poesía que reniega de la vanidad” y que a menudo ha desembocado en el propio oficio del poeta, como bien recuerda el poema ‘No pensaba escribir’.

La conformada como una auténtica conferencia presentó el perfil humano de “un poeta generoso que atiende al prójimo”. Y lo hace desde lo cotidiano, lo doméstico, desde la calle..., con una poesía sencilla que deja ver “el alma humana” que diría María Jesús Ortega de un escritor que tiene bien clara su actitud frente a la poesía.  

La también poeta definiría la poesía de Pedro Sevilla como “clara” y de “media voz” porque, como dice el autor “Cuanto más se grita, menos razón se tiene”. Asomarse a su obra es como “asistir a un secreto”, en el que Pedro Sevilla presenta los temas universales, como el dolor que sienten las personas; un dolor que es “un castigo redentor y algo ennoblecedor”. Y la muerte como un encuentro con “La belleza que es la Nada”. La mujer como “centro gravitatorio” de su poesía y, cómo no, la luz juanramoniana tan presente en su obra. Por supuesto, la muerte como elemento para justificar la vida, la familia, el amor y el pueblo como escenario natural testigo de todo.

En esos temas universales también figura el tiempo que tanto obsesiona al poeta: “la infancia como oasis de felicidad”, “la juventud como símbolo de inconsciencia” y una poesía, que en plena madurez, va transparentando el hacerse viejo de un niño que, como dice el autor, son el mismo. Pero Pedro Sevilla es también “un poeta que sufre la nostalgia del tiempo” y que mira a la muerte con “la certeza de estar vivo” y con un sentido “converso” de la figura de Dios, al que el poeta llega, no como Machado buscándolo entre la niebla, sino a través de la poesía o a través de esa luz como símbolo de esperanza que impregna su obra. Pero, como dijo la presentadora, no crean que todo en Pedro Sevilla es dolor o nostalgia, pues ya uno de sus maestros literarios, Cristóbal Romero, supo contagiarle de la ironía y el buen humor del que en ocasiones hace gala su trabajo poético. María Jesús Ortega, con el perfecto recital de versos entre explicación y explicación, puso fin con el nombre del poeta amigo, tan abierto y claro en su pronunciación como los de Federico, Juan Ramón o Julio; sí, Julio Mariscal. Pedro Sevilla treinta años después: casi Nada.

El escritor cerraría el acto agradeciendo el estudio plasmado ante el numeroso público por su amiga María Jesús Ortega y recitando algunos de esos poemas “no publicados en libro”, como el dedicado a su nieto en su cuarto cumpleaños; el que recuerda a su padre o a su madre que vive en la oscuridad de la pérdida de sus recuerdos... Pedro Sevilla, que exige a la poesía pasión y que nos roce el corazón, sabe que no hay tema nuevo bajo el sol, pero que se puede contar la vida con “una voz propia”.

El autor de este ‘Para cuando volvamos’ ya no entiende la poesía como un instrumento para cambiar el mundo, sino como “un acto religioso” y de “contacto con la eternidad”, que solo busca “un gramo de pureza en el corazón humano” desde lo que él llama su “Zona de silencio”, donde se está solo ante el verbo.

El hermoso acto acabaría con la proyección de un video que dura lo que la canción ‘Aquellas pequeñas’ cosas de Joan Manuel Serrat, con imágenes entrañables de Pedro Sevilla y su ambiente literario; y con la firma de ejemplares por parte del autor. Antes, los honores de abrir la convocatoria recaerían en el delegado municipal de Cultura del Ayuntamiento de Arcos, Daniel García, cuya institución apoya especialmente los actos literarios en lo que considera un ‘Noviembre Literario’ perenne durante todo el año.  

Entre las 218 páginas del libro, un poema que da título a esta reunión de obras completas: ‘Para cuando volvamos’ que al autor dedicó a su ido hermano Juan José y que dice: “Si el mar, con su incesante rumor y sus caballos/ de espuma, siempre vuelve;/ si vuelve a los almendros, por enero, la flor,/ y el azahar a marzo, y el trigo a los veranos,/ cómo no volveremos, nosotros, por espejos/ extraños, por caminos distintos, a la casa/ de nuestra abuela Antonia,/ con su anafe encendido, y sus macetas,/ para matar hormigas/ y tomar en sus muros el mismo sol de entonces”.

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