Mónica de la Rosa no es una desconocida. Su pintura ha quedado al descubierto en más de una ocasión, tanto colectiva como particularmente. Ya ha expuesto más de una vez tanto en su ciudad natal, Arcos de la Frontera, como en otros lugares donde ha plasmado con sus pinceles la artista que es y el universo que llena su tiempo y su mirada.
Estos días hemos conocido que será una de los 36 pintores de entre 102 solicitudes que tomará parte en el VII Curso de Realismo y Figuración que impartirán del 21 al 25 de mayo los prestigiosos pintores Antonio López García y Andrés García Ibáñez. Esta cita formativa tendrá lugar precisamente en el Museo Ibáñez de la localidad almeriense de Olula del Río, en cuyo corazón brota la pintura de inspiración indiana.
Mónica admite que fue el pintor jerezano Eduardo Millán quien la animó para participar de cara a la consecución del curso, a lo que fue reacia en primera instancia. Es más, inicialmente ni siquiera se lo planteó. Para concursar, la pintora presentó cinco obras, dos de ellas un autorretrato y un retrato de su hija.
La pintora ya nos sorprendió no hace mucho junto a su amiga y compañera María Luisa Rey, con quien expuso en el salón cultural San Miguel. Pero han pasado casi cuatro años y Mónica de la Rosa, hija del recordado artista Julio de la Rosa, es ahora, si cabe, una pintora más madura que, no obstante, considera que lo más importante es seguir evolucionando.
Pero como toda artista, su deseo es seguir creando y perfeccionando su técnica, por lo que considera que el curso que la vida le ha puesto por delante es un tren que no se debe dejar pasar.
A todo ello, Mónica de la Rosa mantiene abierta permanentemente una exposición de gran parte de su obra en el campo de golf Arcos Gardens, con cuadros que también están a la venta para que nos ‘desconchemos’ con un poco de belleza que atrapar entre las manos. Porque el arte es tan subjetivo como efímero en ocasiones, aunque su vigencia en el tiempo sea lo que realmente lo convierte en eso, en arte.
La hemos visto pintar cristos, paisajes, retratos..., pero ahora anda entre las manchas que requieren el realismo y la figuración, aunque la técnica -dicen los profesores del curso, queda en manos de la imaginación de los alumnos. Seguro que Mónica de la Rosa se trae para Arcos un cachito de esta corriente de mediados del siglo XX que refleja las cosas en su estado más natural.